Yma Súmac

Yma.jpgAl saber de la muerte de Yma Súmac a los 86 años, me vuelven a la memoria los años setenta, en los que un amigo, que se dejó la vida prematuramente en una carretera de Fuerteventura, me enseñó uno de los discos de la cantante peruana. Aprendí mucho con aquel joven (murió a los 29 años) sobre América Latina y sobre la música, cualquier tipo de música, pues lo mismo rasgueaba un charango que un xicus o la endiablada quena andina, una supuesta flauta que ni siquiera tiene pito.
El asombro ante la cantante Yma Súmac era su voz. Ya sé que hay cantantes que tienen una voz magnífica, pero generalmente cada cual en su tesitura. Se habla de la versatilidad de María Callas porque, lo mismo bordaba una Carmen, que es para mezzo, que fascinaba con cualquier personaje escrito para tesitura de soprano. Siempre se ha considerado algo extraordinario que una voz abarque dos octavas y media. Pero lo de Yma Súmac era un prodigio de la naturaleza, puesto que su voz se paseaba por cinco octavas, algo que nunca ha sido conocido antes de ella y tampoco se ha conocido después. Pasaba de agudos de flauta a graves de contrabajo en segundos, y siempre fue cantante de culto. Decía proceder del Inca Atahualpa y la verdad es que se comportaba como una diva, hasta el punto de decir en una entrevista que nadie podía competir con ella. Y era cierto, por ese don que tenía en la garganta, pero no queda muy elegante que uno lo diga de sí mismo. Y esa mujer prodigiosa acaba de dejarnos, pero la técnica nos permite seguir asombrándonos con su voz

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