Aunque hoy debiera hablar de fútbol, el partido España-Grecia tiene tan poco interés que prefiero dejarlo a un lado y comentar que algunos escritores que venden mucho y son muy mediáticos acaban creyendo que son poeedores de la verdad absoluta. Otros que han sido consagrados como «malditos» también se adjudican la propiedad del arte de escribir. «La vanidad es yuyo malo» (hierba mala), que diría el poeta argentino, y precisamente el arte es lo más subjetivo de mundo.
Hace unas semanas, el multimillonario vendedor Carlos Ruiz-Zafón, se decolgó con unas ensoberbecidas declaraciones que lo retratan. Casi al mismo tiempo, el mitificado Juan Goytisolo hacía lo propio, montado en la afombra árabe de la vanidad. Tanto uno como otro, desde trincheras distintas y diría que opuestas, dejaron muy clarito que el mundo literario en España es mediocre. Y en un país así, el duelo ha de ser a garrotazos, con dramáticos cielos goyescos. La palabra mediocridad es la más aterradora que existe para cualquier artista, y es preferible que digan que algo es directamente malo a que es mediocre, porque esa palabra parece recubierta de una pátina mugrienta y triste. Desde luego, todo es mediocridad, menos estos dos faros de la cultura, aunque el uno condena también al otro al universo de lo mediocre.
A todas estas, tercia nada menos que Antonio Muñoz Molina, que los pone en su sitio y hace gala de su moderación y buen juicio, predicando la libertad de gustos tanto en la escritura como en la lectura. Cualquiera con dos dedos de frente suscribiría este artículo del autor de Beltenebros, que es para mí una declaración de principios sobre el respeto que merecen escritores y lectores.
Lo de Zafón suena, realmente, a pataleta: reniega de esa «oficialidad» de la cultura y se ampara en su éxito de ventas porque, en el fondo, le gustaría obtener el reconocimiento crítico. Y como no lo logra, se revuelve contra él. En el fondo le gustaría alcanzar ese término medio que ha logrado Pérez Reverte, que es académico de la lengua y encima vende millones de Alatristes y hacen pelis con sus libros.
Nivel medio de la literatura en España: «¿No has leído un mundo sin fin? ¿No? ¡No puede ser! A tí esto de la lectura como que no te va, ¿no?»
(Y yo con Tomás Morales, y jalando de biblioteca, eso sí que es fuerte, tía, oye, o sea…)