A una sociedad tan carnavalera como la canaria, poco hay que explicarle sobre las máscaras, que esencialmente son maneras de sustituir nuestro rostro para aparentar otra identidad difusa, aunque no falta quien diga que nuestra verdadera personalidad es la que se manifiesta en la máscara. Pero ya eso es profunda filosofía de barra de bar en la que no quiero meterme, sobre todo porque en las barras de los bares hay que llevar mascarilla y volvemos a lo mismo.
Comentaba hace unos días una profesora que la mascarilla fue uno de los muchos elementos que hubo que superar en las aulas, porque la voz no se oye igual y porque, sobre todo con alumnado de corta edad, hay que valerse de las manos y de la expresión de los ojos para reforzar la comunicación. Y en la calle también. Un día soleado, sales con mascarilla, como es preceptivo, te pones unas gafas oscuras para no deslumbrarte y una gorra para que el solajero no te caliente la cabeza. Se diría que vas a robar un banco, pero, aun así, quienes te conocen bien te identifican por la manera de andar o por determinada manera personal de mover las manos.
Si bien en días de calor la mascarilla es sofocante, no hay que negar que, en invierno, cuando aparecen esas corrientes frías de aire en una bocacalle, te sientes protegido, es como una prolongación de la bufanda que, encima, te cubre de esos gérmenes catarrales, pues, según cuentan los especialistas, este año la gripe común pasó de puntillas, precisamente porque las mascarillas protegen no sólo del covid, sino de cualquier otro tipo de elemento infeccioso que se mueva a nuestro alrededor.
El presidente del Gobierno español ha anunciado que no será necesaria la mascarilla en exteriores a partir del sábado 26 de junio. Nada que objetar si se insistiera en ciertos detalles que han caído en el olvido. No se dice que sigue siendo necesario que se use la mascarilla en interiores e incluso al aire libre cuando no sea posible mantener la distancia de seguridad. Da la impresión de que ya no hay pandemia, y si países como Estados Unidos, Reino Unido o Israel, con porcentajes de vacunación total mucho mayores que los nuestros siguen teniendo problemas de contagio, hasta el punto de que han dado marcha atrás en algunas medidas, creo que, aunque en España se están cumpliendo los plazos anunciados, todavía el grado de inmunización es pequeño para despendolarse.
Y es que se confunde deseo con realidad. Este fin de semana paseaba por la ciudad y veía en bastantes mesas exteriores de las cafeterías y restaurantes gente muy agrupada, que no mantenían las distancias o que picaban todos de un plato central. Se supone que estamos en una desescalada racional y que la mascarilla se quita para ingerir comida o bebida y luego se vuelve a poner. Si esto pasa cuando todavía la mascarilla es obligatoria incluso en exteriores, imagino cómo será cuando ya no lo sea.
De manera que simplemente recuerdo que, con o sin mascarilla, y aunque las cosas van a mejor y la vacunación avanza, ser prudentes no está de más. Se puede salir, ir a establecimientos públicos, pero en asuntos como este es mejor pasarse que quedarse corto, porque no faltará quien vaya por la calle a cara descubierta y no lleve una mascarilla en el bolsillo para cuando entre en cualquier local o tenga que atravesar un grupo numeroso de personas donde no es posible mantener la distancia. No creo que haya quien desee más que yo volver a la normalidad perdida, pero es mejor ir despacio, llegar unos meses más tarde, no perder la cabeza que obligue, como ha pasado en otros países, a retroceder en las medidas. En Canarias más que en ningún otro sitio, porque aquí la movilidad del turismo incide muchísimo en la economía, no sólo nos jugamos la salud física, también la económica.
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.