José Luis Correa sigue ahí

No voy a descubrir a estas alturas al novelista José Luis Correa. En los complicados tiempos editoriales que corren, son muy pocos los nombres que mantienen libros de hace muchos años vivos en el mercado, sobre todo si se trata de un novelista que da a la imprenta nuevas obras cada uno o dos años. Correa es uno de ellos, y la respuesta tiene dos vertientes: por una parte está una buena política editorial; por otra, que esas novelas anteriores siguen teniendo lectores, y forman parte del imaginario personal de muchas personas. También tiene mucho que ver la creación del despistado detective Ricardo Blanco, que en principio tiene apariencia de astroso y descuidado, pero que arrastra una humanidad que acaba por seducir al lector.

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Hace unos meses ha visto la luz el noveno título con el peculiar Blanco como protagonista, El detective nostálgico,aunque creo que uno de los secretos de la serie radica precisamente en que el protagonista se esconde hasta diluirse; y lo hace adrede, con lo que su presencia es más un cauce que una historia, aunque poco a poco nos hemos ido familiarizando con su vida, su destartalada sala de estar, sus indecisos amoríos y, desde luego, su inteligencia y su capacidad para desentrañar los comportamientos humanos. Hay lectores que siguen a Blanco desde la primera novela, otros llegaron a la mitad y aun otros en la octava o ahora mismo. El caso es que la mayoría de estos lectores que cogieron el tren en marcha vuelve al principio y acaban leyendo toda la serie. Hay que decir, no obstante, que esta novena entrega es en la que Ricardo Blanco adquiere y asume como en ninguna otra el papel de protagonista, porque empieza cuando le pegan un tiro que lo envía gravemente herido al hospital. A partir de ahí, y en una convalecencia que lo devuelve a las lectura adolescentes de Hegel y Nietzche, su propia vida y su deseo de saber quién y por qué le dispararon desencadenan una historia que, en mi opinión es la más personal de las nueve novelas, pues ese protagonismo indeseado hasta por el propio Blanco se manifiesta desde el título.
JL Correa es un escritor de muchos registros, como ha demostrado sobradamente, pero es evidente que las novelas de género son las que ahora mismo circulan mejor. El autor ha tenido la inteligencia de valerse del género negro para abordar temas que podrían tratarse desde otras perspectivas, pero la que él adopta es perfectamente válida y ha conseguido manejarla con una gran eficacia, hasta el punto de que pocas cosas se la van quedando atrás en su ya larga trayectoria. Al mismo tiempo, y al permitir que su detective-guía cumpla años y tenga alegrías, decepciones y pérdidas en la contemporaneidad del momento en que se escribe, va trazando una historia colectiva de un tiempo, unas personas y una sociedad, con el paisaje urbano de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con tanta participación como el propio Blanco. Esta inmediatez en el tiempo no es fácil porque contiene el riesgo de carecer de perspectiva; Correa lo ha ido asumiendo y lo ha sorteando con solvencia. Intuyo que tendremos detective para mucho tiempo, porque no creo que un novelista se dé un tiro en el pie liquidando uno de los recursos que le permiten navegar por todos los mares. Ese mundo que él crea y recrea tal vez acabe siendo una foto fija de lo que nuestra ciudad ha sido y es en estos comienzos del siglo XXI.
Por otra parte -y por la misma-, ya que hablo de JL Correa, tengo que mencionar la reciente edición de otra novela, ajena a la serie de Ricardo Blanco. Se trata de La décima caja, un texto publicado hace años y que ahora recupera. Parte del hecho real del naufragio en la Baja de Gando del barco español Alfonso XII que hacía la ruta a la Cuba todavía colonial, cuyo pecio sigue allí, que trasladaba diez cajas con oro y documentos, de las cuales se recuperaron nueve. Y claro, esa décima caja que no aparece le da pábulo a la imaginación del novelista para armar una trama muy jugosa. Ambas novedades editoriales, La décima caja y El Detective nostálgico, vuelven a levantar acta de la solidez de un novelista, José Luis Correa.

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