Los cien años de Agustín Millares Sall

imgy052tt.jpgQuerido Agustín:
Cien años es un suspiro en la historia de la Humanidad. Y es en esa brizna de tiempo, en esa pequeñez, donde reside la grandeza humana. Eso se siente de golpe al recorrer tus versos, donde queda patente que cada persona es solo un eslabón de la vida. Por eso hay que cuidarla y fortalecerla con perpetua lucha por mantenerla incólume, porque esa cadena no es de ningún metal, se construye y conserva con generosidad, justicia y solidaridad, que juntas conforma la inagotable aleación del amor.
Hoy hace cien años de aquel luminoso sábado 17 de junio de 1917, en que tu voz de paz llegó a un espacio que entonces estaba sumido en una guerra que asolaba Europa. Por desgracia, luego hubo otras guerras, más abusos y crueles genocidios, que no vinieron por sí mismos, sino que fueron maquinados por humanos para devorar esa vida. Pero había que aguantar esa cadena, y no tuviste más armas que tu voz, tu compromiso, tu palabra, nuestra palabra, porque ya es de todos: «Aquí no cabe/ esconder la cabeza bajo el ala, / decir no lo sabía, estoy al margen, / vivo en mi torre solo y no sé nada».
a Millares 2.JPGHoy celebro tu amistad con los pueblos, con la gente, con el futuro. Sin perder un ápice el rigor literario y la luz poética, has entrado en la memoria colectiva como Martí, Neruda o Miguel Hernández. Siempre late la esperanza de que en medio de tanto dolor surja la luz: «Es cosa de segundos. / De este agujero va a salir un pájaro». Porque tu instinto poético es enorme, un poeta sencillo y a la vez profundo, popular y sin embargo capaz de alcanzar esencias sólo reservadas a los más elevados «como escala el cristal la enredadera». Libertad, justicia, humanidad, poesía. Esos son los cien años tuyos que celebramos.
Te colgaron el cartel de poeta social, para acotarte a un momento de la historia. Pero tu poesía escapa a esas reducciones, porque es poesía sin límites en todas direcciones. Y sí, tu voz es social, porque nunca pierde de vista esa cadena de vida que es la Humanidad, como la palabra de Virgilio, de Quevedo, de Rosalía. El ser humano siempre es el mismo, luchando en ese equilibro entre la justica y la opresión, entre la alegría y la crueldad. La llamada poesía social pasará de moda cuando no exista la palabra; es decir, nunca, porque la poesía es la respiración de los afectos. Porque la guerra nunca acaba y es necesaria la poesía para evitar que nos devore. Tu palabra es como la música, tus versos van directos al corazón, a la mente y a los oídos al mismo tiempo. Recuerdo los poemas de tu viva voz y me quedo sin aire, porque tus versos funcionan como el motor de arranque de un pueblo:
«Creando estoy un mundo donde el hombre
goce la libertad que no se cierra,
vea la luz solar sin que se asombre
y halle el amor, sin pronunciar su nombre,
en un lugar cualquiera de La Tierra».

¡FELIZ CENTENARIO, AGUSTÍN, AMIGO!
***

(Esta carta fue publicada en la edición de papel del periódico Canarias7 del día de hoy, 30 de junio de 2017).

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