Escuchaba esta mañana en carretera la Cadena Ser, programa Hoy por hoy, que como Gemma Nierga está de vacaciones conduce Macarena Berlín. La presentadora hacía al alimón con Toño Fraguas una entrevista a Lolita González Flores, que hablaba de una obra de Aristófanes que representa en el teatro. Al mencionar al resto del elenco, se deshizo en elogios hacia la actriz María Galiana, que llegó tardíamente a la interpretación de la mano del director andaluz Benito Zambrano, después de una larga trayectoria como profesional de la enseñanza. En la apoteosis del panegírico (merecidísimo, por supuesto) hacia las virtudes personales e interpretativas de María Galiana, Lolita se descuelga con esta frase casi textual: «¡Quién iba a decirnos que en una maestra de escuela había tanto talento!» Al escuchar semejante frase creo que hasta el coche dio un respingo. Y así quedó el asunto. Es decir, con la aquiescencia o el silencio de quienes la entrevistaban y que nada opusieron a su discurso, Lolita vino a proclamar ante dos millones de radioyente (más lo que se repita en podcasts) que quienes se dedican a la enseñanza son maestras o maestros de escuela, denominación que no está vigente en ningún nivel educativo desde hace más de 80 años, y que se ha usado como equivalente a «don nadie», y de forma doblemente despectiva cuando se le aplicaba a las mujeres, ya que contenía otros conceptos claramente machistas y discriminatorios.
Pues Lolita también dejó sentada su extrañeza al encontrar talento en una maestra de escuela (léase profesora). Cierto es, y el refranero me asiste, que la ignorancia es atrevida, y a quienes la entrevistaban les digo que el que calla otorga. Lo que dijo la primogénita de Lola Flores es tanto como extrañarse de que un chimpancé baile como Nureyev. Pues tengo que decirle que, para empezar, transmitir en un aula necesita un talento muy especial, no todo el mundo sirve para la enseñanza, además de un arsenal de conocimientos que se consiguen a través de unos estudios reglados por cualquier estado moderno que se precie. Y si quiere talento artístico, es casi imprescindible en el mundo educativo, porque enseñar es un arte que necesita de muchas habilidades técnicas, sociales y humanas. Los docentes son los primeros que suelen detectar las dotes especiales de su alumnado, y suelen ser los profesores y profesoras quienes dan el primer impulso y el primer consejo a quienes luego serán grandes artistas. Y si pide talento artístico puro y duro, puedo hacerle una lista que si quiere encabezo con la actriz María Galiana, pero solo voy a darle el nombre de dos personas que Lolita engloba en el campo de los maestros de escuela: Antonio Machado, uno de los grandes poetas de nuestra lengua, y Gabriela Mistral, chilena y Premio Nobel de Literatura. Estas cosas también dan idea del desprecio casi institucional que se promueve hacia la cultura, el conocimiento y a quienes los transmiten.
Por lo tanto, espero al menos que la Cadena Ser y el programa Hoy por hoy rectifiquen de alguna manera el error por omisión cometido hoy, y desde luego espero que Lolita González Flores pida disculpas a miles de personas que han ejercido y ejercen una de las profesiones más bellas, necesarias, duras y sacrificadas que existen. No hay futuro sin enseñanza, y los errores como este surgen precisamente porque quien los comete no ha tenido mucho contacto con maestras de escuela. Es lo que hay.
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