El ensayo filosófico y Benítez Florido

rubenbf.JPGEl ensayo en Canarias es un género poco transitado, y si hablamos de ensayo filosófico es prácticamente un páramo. Dicen quienes saben de esto que los géneros de expresión y pensamiento surgen según van adquiriendo las sociedades grados ascendentes de madurez. Así, precisamente porque la poesía es la fuente de cualquier forma expresiva a través del lenguaje, es la primera en aparecer, y justo en ese momento, además de sus elemento genuinos, se hace cargo de la narrativa, el teatro y el pensamiento. En las sociedades nuevas, la poesía lo abarca todo y eso lo vemos en Canarias claramente, con los poemas narrativos de la época fundacional, con los diálogos pseudoteatrales propios del Barroco y en el siglo XVIII, y así hasta que surgen las primeras piezas teatrales y la narrativa va ocupando su lugar en distintas etapas, al tiempo que van desapareciendo de la poesía, aunque el trasvase entre géneros siempre está ahí, pero cada cual sabe qué cartas juega y cómo. Cuando, hace ahora un siglo, la poesía canaria se desembarazó definitivamente de los demás géneros literarios, dio un salto gigantesco.
¿Y qué fue del ensayo? Pues a partir de las fuentes de Elías Serra Rafols y Ángel Valbuena Prat florecieron con fortuna diversa el ensayo histórico y el literario; el caso es que sentaron sus reales, pero la filosofía siguió bajo la tutela de la poesía para no quedar desamparada y prueba de ello son algunos de los mejores poemas de Pino Ojeda o Luis Feria. Así que, hasta las puertas del siglo XXI, poco pensamiento hay fuera de la poesía, la narrativa o el teatro, que de alguna forma han echado una mano a la poesía para escarbar en las inquietudes esenciales del ser humano. A vuelapluma puedo recordar textos muy interesantes de Julio Montesdeoca o de Juan Ezequiel Morales, y otros que seguramente se me escapan por la escasa repercusión que tienen los libros en Canarias, y menos aún si hablamos de ensayo filosófico.
rubenbf-1.JPGEn esto llegó el joven Rubén Benítez Florido, que ahonda en las dudas humanas siempre a partir de la lectura de un libro generalmente conocido, aunque a veces se interna por otros vericuetos. Es una nueva manera de enfocarlo, leer a Onetti, a Borges o a Cortázar desde la filosofía, sin hacer crítica literaria; también a Wittgenstein, y trabaja la vertiente no narrativa de Antonio Muñoz Molina como pocos. Y eso lo hace Rubén con una naturalidad envidiable, que surge de una escena, una frase o la idea general de un libro y llega a nuevos puertos, los suyos, subido a argumentos que solo usa como apoyos para plantear otros nuevos. Benítez Florido escribe en la red, tiene un blog principal que titula Palos de ciego, pero también lo hace en otros espacios, sean digitales o de papel.
De todo esto han surgido varios libros, el último de los cuales, Solo lo escrito perdura, es descrito por el propio autor como pequeños ensayos de filosofía mundana. Son pequeños en cuanto al tamaño, capsulares podría decirse, pero establecen una nueva forma de llegar a la esencia de las cosas, a las grandes dudas de siempre y a las respuestas opcionales y revisables que suele dar la filosofía, porque cuando nació la escritura -cualquier forma de escritura- el ser humano quiso levantar acta de sus ideas, que seguramente lo rondaron desde que empezó a andar erecto pero no tenía modo de perpetuarlas. Es importante lo que hace Rubén Benítez Florido, porque es una señal de que la poesía puede ir quitándose serventías, ya el ensayo filosófico empieza a volar, y podemos hacernos preguntas más importantes que si las hachas de sílex tenían uno o dos filos.

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