Gelu Barbu fue una institución en Las Palmas de Gran Canaria muy pronto. Llegó a esta ciudad empujado por una dolencia de espalda y atraído por el clima cálido, y fundó el primer ballet estable que ha habido en la ciudad. Fue primera figura en Bucarest y en la URSS, y tuvo como maestro en la Academia Vajanova -la mejor del mundo- a Alexander Puskin, bailarín último descendiente del poeta del mismo nombre. Odiaba el amaneramiento de los bailarines en el escenario y defendía que un buen bailarín debe ser viril y fuerte.
Su historia personal es tan dura como esperanzadora. Una y otra vez la vida le fue poniendo la pared de frente, pero él, siempre con la esperanza como antorcha, fue capaz de volver a empezar, hasta que se enamoró de Las Palmas de Gran Canaria y se quedó para siempre. Poco a poco, el tiempo ha ido repartiendo justicia, cayó aquel muro berlinés que Gelu cruzó cuando todavía el cemento no había fraguado, se le ha reconocido en Canarias su dedicación y su identificación con esta sociedad y en Rumanía se acabaron los dictadores. No ha vuelto el rey Miguel I, de quien tan buena memoria tenía Gelu, pero las autoridades posteriores a Ceaucescu quisieron compensarlo y fue invitado a Rumanía en 1991, treinta años después de que tuviera que dejar el país, un viaje en el que sus coreografías fueron vistas también en Rusia, en el teatro Mali de San Petesburgo.
En 1994 se le rindió un homenaje por sus 45 años de presencia en los escenarios del mundo; fue un homenaje institucional que tuvo como marco el de sus grandes éxitos: el suntuoso pero entrañable teatro de la Opera de Bucarest, homenaje al que se sumó la también rumana Opera de Timisara. Canarias tampoco olvidó al hombre que trajo a Canarias la danza clásica al máximo nivel y fue oportunamente reconocido institucionalmente. Pero el mayor galardón de este gran artista y maestro de artistas es estar en la memoria de una ciudad que tiene en él una de sus grandes referencias culturales. Pocas veces un hombre solo es la piedra angular en un sector que irradia hacia toda la sociedad. Gelu Barbu fue la chispa que prendió la danza clásica en Canarias. Su lesión de espaldas lo alejó de los escenarios pero lo convirtió en un maestro que para sí hubiera querido cualquier gran ciudad del mundo. Lo tuvimos nosotros, celebremos su vida, su dedicación y su arte.
(*) Este artículo fue publicado en la edición impresa del periódico Canarias7 el día 18 de febrero de 2016.
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.