El viernes 8 de enero vimos destacada en las portadas de la prensa local la buena noticia del esfuerzo que hace el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para afrontar un plan de choque contra la pobreza. Es importante valorar el impulso que da la mayoría municipal gobernante, pero al mismo tiempo nos deja con el suspense de saber los medios con los que realmente se cuenta. 32 millones de euros es mucho dinero, pero si bajamos al suelo y hacemos la básica cuenta de que hay que repartirlos entre veinte mil familias, vemos que a cada una le corresponden de media 1.600 euros. Menos es nada, es cierto, pero es que buena parte de esa cantidad no es dinero real, sino excenciones de impuestos como el IBI o aumento de ayudas domiciliarias. Verdad es que dinero es lo que dinero vale, pero si escarbamos un poco vemos que finalmente esa enorme cantidad de millones sirve apenas para mitigar una pequeña parte de tanto sufrimiento. Encima, el Estado ha impuesto a los ayuntamientos un techo de gasto que impide que pueda hacerse más en este campo, porque hay que repartir hasta una cifra, y no se puede ir más allá aunque un municipio tenga capacidad de endeudamiento.
De todo esto se deducen varias cosas: en primer lugar hay que valorar y aplaudir la sensibilidad del grupo municipal de Gobierno; luego es obligatorio entender que las demás instituciones, con presupuestos importantes, tendrían que poner dinero en esa bolsa, sea el cabildo, el gobierno de Canarias, el de España y la UE, porque esas familias que viven una pobreza severa además de palmenses, son grancanarias, canarias, españolas y europeas. Sobra decir que coordinarse es fundamental. Y esto vale para cualquier otro municipio. Vivimos una emergencia social y todas las instituciones deben mojarse, porque para eso están y no para otra cosa. Hablaba antes de que 32 millones suena a mucho dinero, y lo es, pero a veces da escalofríos ver las cantidades que se destinan a asuntos que desde luego nada tienen que ver con el interés general. No es cierto que haya poco dinero, es que se reparte mal, a veces a (mala) conciencia.
Por otra parte, si tenemos en cuenta que el anterior gobierno municipal destinaba mucho menos dinero para esto, y que iba menguando de año en año, y que todo proviene de las políticas disparatadas de recortes que recaen en los más débiles y en las clases medias (cuando las había) y los más poderosos no solo no aportan sino que ganan más dinero que antes, me pregunto si todavía hay alguien con dos dedos de frente que piense que la continuidad de Rajoy y el PP en el Gobierno es lo mejor para España. Claro, depende de lo que se entienda por España, que algunos siguen pensando que es su cortijo.
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