Ha sido un Día de Reyes oscuro para las letras canarias. Nivaria Tejera emprendió en París su último viaje, tal vez un nuevo exilio, quien sabe si por fin, como un Odiseo atlántico, regresa definitivamente a su Ítaca. Nació en la muy cubana ciudad de Cienfuegos en 1929, pero muy niña se trasladó con su familia a Tenerife. Su padre fue encarcelado en aquellos tiempos de plomo, y cuando fue liberado toda la familia regresó a Cuba, su primer o quién sabe si su segundo exilio. Nivaria vivió desde muy cerca en su niñez y su adolescencia el horror de la guerra civil española y la represión franquista, sintió el miedo a perder a sus seres queridos y eso la marcó. Cuando, muy joven, empezó a publicar poesía y narrativa, aquellas noches en vela por el temor a recibir las peores noticias rondaban por sus páginas, pero no se materializan hasta 1959, cuando publica El barranco, una novela en la que se cuenta la guerra, la injusticia, la represión y el miedo desde los ojos de la niña que los vivieron. Por suerte, la novela formó parte de aquella Biblioteca Básica Canaria que tantos descubrimientos literarios hizo a los ojos isleños. Porque es, además, la primera novela que, seguramente por haber sido publicada fuera de España, contó aquellos episodios que luego han sido material para muchas novelas, pero que entonces solo podían sugerirse. Es un texto imprescindible para entender aquellos años en Canarias, como lo es también La prisión de Fyffes, publicada diez años después y escrita por José Antonio Rial, otro canario transeúnte que también fue actor y testigo de aquellos terribles hechos y tuvo finalmente que irse a Venezuela, donde realizó una gran carrera literaria y periodística. Ambos libros son puntales en nuestra historia literaria, política y social.
Nivaria Tejera recorrió en Cuba un camino similar al de otros intelecutales que se opusieron a la dictadura de Batista. Como Cabrera Infante, Heberto Padilla o Virgilio Piñera, Nivaria saludó la llegada de lo que creyó un tiempo nuevo, y hasta fue agregada cultural de la embajada cubana en Roma, pero igual que los mencionados, entendió que no era aquella la revolución que soñaron. Dimitió y eso significó un nuevo exilio, que tuvo a la ciudad de París como centro de gravedad y de vida, seguramente por el apoyo que para ella significó la amistad de un gigante irlandés/parisino como Samuel Becket. Su producción literaria es extensa, y hasta pudo tener su momento de gloria en España cuando en 1971 obtuvo el Premio Seix Barral Biblioteca Breve. En su obra el reflejo de su Canarias de la niñez y la Cuba de su juventud están presentes, como una forma de conjurar tantos exilios, aunque Nivaria Tejera nunca se exilió de sí misma. Los Reyes Magos nos han traído esta triste noticia, y como homenaje a esta mujer que fue y es literatura invito a que visiten su obra, que es el recorrido por una vida, un siglo y unas experiencias que son reflejadas con la voz de una gran mujer y una magnífica escritora. Descanse en paz.
***
(Este trabajo fue publicado en la edición impresa del día 8 de enero del periódico Canarias7 de Las Palmas de Gran Canaria).
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.