El libro como arma de rebelión

El 23 de abril es Día del Libro, pero algunos querrían que se celebrase el Día del Documento, del Pasaporte, del Título, del Contrato. Un solo papel, sin necesidad de encuadernación. No lo expresan, pero con sus actos vienen a decirnos que el libro es una antigualla inútil, también los que se leen en otros soportes, que las pantallitas se hicieron para juguetear o comunicar banalidades urbi et orbe. Incluso en la era de la informática, el mundo se va componiendo sobre papeles, está muy claro. No hacen falta libros para dejar que barcos llenos de inmigrantes se hundan sin ayuda; tampoco para dejar sin protección a los ancianos, sin medicinas a los enfermos y sin sanción a los usureros. No se necesitan libros para dejar sin techo a los deudores insolventes, sin trabajo a los desempleados y sin acogida a los que huyen de una muerte segura. zzzquijottt.JPGPor el contrario, un pasaporte, un permiso, una carta de pago o una receta tienen un poder inmenso, como si fuesen varitas mágicas. Un carnet puede establecer la diferencia entre poder o no poder disponer de tu propio dinero en un banco.
Para quienes tratan de combatirlos, los libros presentan dos problemas; el primero es que pueden transmitir reflexiones y enseñanzas, incluso desde el mundo de la ficción. la segunda dificultad es más grave: ejercita a la gente en pensar por cuenta propia, en comparar y por lo tanto en decidir por sí mismos. Y eso les supone un grave contratiempo. Se destierra de las aulas todo lo que sirva de adiestramiento intelectual; la filosofía, la historia, la literatura, las Humanidades en suma, son un inconveniente para establecer un pensamiento único. Se hace un test de selectividad con pruebas objetivas, que por lógica se referirá a datos concretos, pero no se evalúa la capacidad de reflexión y expresión del alumnado. No hace falta, en el mundo que se propone basta con hacer lo que se les diga.
En conclusión, con papeles tienes patente de corso para «dejar de hacer»; con el libro el mandato indirecto es el contrario: hacer. Esa es la causa por la que es tan fácil dejar de respetar los Derechos Humanos, dejar que haya esclavitud infantil, dejar que personas (especialmente mujeres) sean vendidas como ganado. De ahí viene ese odio secular de cualquier poder hacia el conocimiento, la imaginación y el debate. Nos engañan cada año declarando un Día del Libro, con El Quijote al fondo, al que ya tienen controlado y hasta domesticado; si faltaba algo, la Real Academia de la Lengua publica una edición mutilada (ellos dicen que resumida), por supuesto, con pasajes escogidos por el mediático Pérez-Reverte. Por todo esto, creo que sin libros volveremos a las cavernas. Feliz fiesta del Libro; pero no solo el 23 de abril, sino todos los días, porque los libros se me antojan como una de las pocas formas de rebelión, y la literatura la más eficaz.

2 opiniones en “El libro como arma de rebelión”

  1. El día del libro… y también el día de aquellos que se atreven con un papel en blanco, que vuelcan en él su conocimiento, su experiencia, su sentir, sus sueños, sus esperanzas… hoy es un buen día para recordar la importancia de todos aquellos que se atreven a dibujar ventanas abiertas al pensamiento sobre un papel en blanco, para agradecer tantas ventanas abiertas a paisajes de humanidad y vida.
    Ay, los libros. Gratitud por cada libro leído, por cada nuevo horizonte ensanchándonos por dentro, por cada nueva vida adoptada en uno mismo. Este sentimiento bien lo conoce quien bien valora lo recibido a cambio.
    Pues eso, D. Emilio, Felicidades, y gracias por abrirnos a diario su ventana, por invitarnos a contemplar su paisaje, a charlar y a pensar.

  2. Si hoy entraran los fascismos de nuevo, ya no quemarían libros, ni pasquines, no. Robarían los móviles y las «tablets», los prohibirían. Entonces sí estaríamos perdidos, sin saber a dónde ir, con tiempo para pensar…
    Qué pena. Los libros ya no son lo que eran…

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