La Real Academia Española y las otras 22 academias hispanoamericanas han acordado una reforma de la ortografía. Siempre ha habido detalles que suelen provenir de palabras extranjeras, y se pone orden como cambiar la «q» por la «k» al final de Irak, siguiendo la tendencia clásica de la Academia de españolizar los extranjerismos (cuando yo estudiaba se decía barbarismos). Creo que, como el doblaje en las películas, somos los que menos respetamos los nombres extranjeros, y así, en cualquier lengua, menos en español, Londres es London, Milán es Milano y Marsella es Marseille, como sus nombres originales en inglés, italiano o francés. Pero aquí no, aquí hay que españolizarlo todo, mientras vemos que en cualquier otra lengua nuestras ciudades se siguen escribiendo igual que aquí y cuando hablan tratan de nombrarlas como nosotros.
Lo que sí me parece un gran acierto es que quiten la tilde a la palabra «guión», porque contraviene las reglas de acentuación, que en mis muchos años de enseñanza ha sido un martirio porque hubo alumnos que, siguiendo las estrictas reglas de la gramática, no la acentuaban, y yo me veía en la tesitura de si contársela como falta. No sé qué habrá dicho la Academia sobre la palabra «jesuita», que al pronunciarse como polisílaba se sobreentiende que hay una tilde en la «i» para romper el dipongo. Pero no, nunca ha llevado tilde, y eso no lo entiendo y por lo tanto tampoco he podido razonárselo a mis alumnos.
Está bien que poco a poco se vaya acoplando la excepción con la regla, porque hay excepciones que seguramente tienen procedencia popular y así se ha aceptado, pero que son un calvario para el docente que quiere enseñar a escribir correctamente, porque los niños se rigen por una lógica inamovible, y si les das una regla resulta luego muy complicado decir que esta o aquella palabra se la salta. Y es que la ortografía funciona en la mente de forma automática, por repetición de la memoria, y así seguimos viendo cómo personas que estudiaron antes de la reforma ortográfica de 1971 siguen poniendo tilde a monosílabos que ya no la llevan (dio, vi) pero que sí la levaban cuando ellos estudiaron. Esto quiere decir que durante los próximos cuarenta años seguiremos viendo muchas veces la palabra guión con tilde (hasta a mí se me ha escapado ahora).
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