El nombre de Luis Molowny está con letras muy grandes en la historia del fútbol canario, del Real Madrid, de la UD Las Palmas, de la Selección Española y del deporte en general. Quiero recordarlo como el caballero que siempre fue, y que en 1996 nos recibió al fotógrafo Tato Gonçalves y a mí con la cordialidad que siempre fue su divisa. Y el mejor homenaje que puedo rendirle en su partida es poner en este blog aquella entrevista que vio la luz en un dominical de Canarias7. Descanse en paz.
Su abundante pelo entrecano es incapaz de ocultar que Luis Molowny es un chicharrero irlandés aclimatado en Gran Canaria. Mira con la picardía de los pelirrojos, y al verlo entrar en el vestíbulo del Hotel de Madrid donde tuvo lugar la entrevista, aguzando sus ojos claros y balanceándose como un hombrón, aunque no es de gran estatura, uno lo ve por un instante como el nieto de John Wayne y Maureen O’Hara en la película de John Ford «El hombre tranquilo». Y sí que es tranquilo Luis Molowny, y a medida que toma confianza no sólo contesta a las preguntas, sino que las escenifica, se levanta y reproduce hechos del pasado, mientras uno hace esfuerzos para que no se aleje demasiado de la grabadora. Habla con voz de seda, y así se comprende que su ya mítica Unión Deportiva Las Palmas hipnotizase a sus rivales.
-¿Cómo, siendo de Tenerife, se inició en Gran Canaria?
-No, yo me inicié en Tenerife, en el colegio y en las calles, donde antes se podía y ahora no. Luego pasé al Infantil Tenerife, y de ahí al Santa Cruz, pero sólo jugué partidos amistosos, porque hasta los 18 años no se podía jugar en clubs federados. Luego estuve en el Estrella de La Laguna, y fui con él a Gran Canaria, a jugar un amistoso contra el Racing.
-Fue a Las Palmas y se quedó en El Marino.
-Fue por medio de Victoriero, ex-jugador en el Celta de Vigo, que habló con Eufemiano Fuentes, que era presidente del Marino, y este me fichó, gracias a que el Vera del Puerto de la Cruz me dejó ir, porque yo ya tenía compromiso con ellos.
-Estuvo tres años en El Marino y de ahí al Real Madrid.
-En el Marino hasta el 46, que vine al Madrid con 22 años.
-Entonces usted jugó aquel mítico partido de la selección canaria contra el campeón argentino San Lorenzo de Almagro.
-Sí, ganamos en Chamartín por 4-1 a un equipo que entonces barría. La selección la hizo Arsenio Arocha, y era un homenaje a Ubeda, un periodista de «Pueblo» que había fallecido. La selección estaba formada por Miguel Cabrera, Cristóbal, Gallardo, Mujica, Silva, en fin un muy buen equipo, y aparte el recuerdo de ganar, fue muy agradable reunirnos los canarios que jugábamos en equipos de La Península. Fue una hermosa convivencia, porque en cuestión de horas formamos un equipo.
-Pero los argentinos se asustaron con el 4-1 en el primer tiempo y no querían salir después del descanso.
-Decían que era un partido amistoso. A nosotros nos salió redondo, porque surgió el amor propio. Luego no les hicimos más goles, y nos pasamos el segundo tiempo tómala tú-dámela a mí.
-Y la afición madridista empezó a llamarle «El Mangas».
-En aquella época la camiseta era de punto y sobre todo cuando llovía se alargaba; entonces yo me cogía los puños con los dedos, y de ahí el sobrenombre cariñosos de «El Mangas».
-Jugó en el Real Madrid 11 años, hasta la temporada 56-57.
-Sí, con el Madrid gané la primera Copa de Europa, aunque no jugué la final porque estaba lesionado, copas de España…
-Y ligas, supongo que a manta.
-No; ligas a manta no. Gané dos ligas como jugador, a partir del 53 o así, que fue cuando vino Di Estéfano. Los equipos que pitaban entonces eran el Barcelona, el Valencia, el Atlético de Madrid, que había dejado de llamarse Atlético Aviación, y el Bilbao, con Zarra, Panizo y Gainza. Era una época en que el Madrid se volcó en la construcción del que hoy es el Estadio Santiago Bernabéu, y todas las perras iban ahí, de manera que había poco dinero para fichajes. El más joven era yo, y tenía veintisiete o veintiocho años; además estaban Huete, Pruden y así, que éramos un buen equipo, pero que se iba renovando poco por falta de dinero. La renovación ya fue cuando llegó Alfredo Di Estéfano y luego ya vinieron Puskas y todos los demás.
-¿Ha sido Di Estéfano el mejor jugador de todos los tiempos?
-El mejor, no sé, el más completo sí. En fútbol todo el mundo tiene opinión y hay cosas que no se pueden medir, como en natación o atletismo, que el corre o nada los cien metros antes que los demás es el mejor, y no hay discusión posible; pero el fútbol es otra cosa bastante más compleja. Por eso el fútbol arrastra la masa que arrastra, porque todos tenemos razón. Como técnico, puedo rebatir otra opinión pero nunca con datos definitivos. Por eso le digo que para mí el jugador más completo ha sido Di Estéfano, no digo el mejor, sino el más completo, porque corría como el que más, jugaba, veía el fútbol. Puskas o Kubala tenían facetas en las que eran superiores a Alfredo, pero la nota media de Di Estéfano era superior a la de cualquiera.
-¿Qué es para usted lo máximo en fútbol?
-En fútbol y en todas las cosas lo máximo es ser capaz de realizar lo que uno piensa. Di Estéfano podía realizar todo lo que él pensaba. Igual yo pensaba como él, pero por mis condiciones no podía realizarlo. Y ahí se acaba el fútbol, que es cuando se puede hacer realidad todo lo que uno tiene en la cabeza. Si eso ocurre en cualquier faceta humana, siempre nos encontramos ante un algo fuera de serie, extraordinario.
-Usted llegó a vestir la camiseta de la Selección española.
-Fui internacional, en efecto, lo que pasa es que antes se jugaban pocos partidos, dos al año, y tuve la suerte de ir al Mundial de Brasil, donde nos quedamos cuartos, que es hasta ahora la mejor clasificación española en unos mundiales. El campeón fue Uruguay que ganó en la final a Brasil.
-En Brasil el fútbol es como una religión.
-Desde luego, algo que nosotros no podemos comprender. El día que Brasil perdió la final en Río, nosotros habíamos ido a jugar a Sao Paulo por el tercer puesto con Suecia. Cuando la gente supo que Brasil había perdido en Río fue como un duelo, una tristeza, el fin del mundo, una cosa horrible, de las que más me han impresionado en mi vida futbolística.
–Cuando Zarra le metió aquel legendario gol a Inglaterra en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, los ingleses decían que Zarra tenía la mejor cabeza del Mundo después de Churchill.
-Sí, pero el gol de Zarra no fue de cabeza, que es una cosa que se repite mucho y que sigue creyendo mucha gente.
-Yo creía que el gol de Zarra a los ingleses fue de cabeza.
-No, cabezaso famoso fue el gol de Marcelino a la URSS en la final de la Copa de Europa, el año 64 en el estadio Bernabéu.
-Usted vino a retirarse justamente cuando empezaba la época dorada del Real Madrid.
-Ya le dije que gané sólo la primera Copa de Europa, y fue un tiempo glorioso, cuando Gento, Puskas, Di Estéfano… que enganchó con otra época muy buena, la de Pirri, Zoco, Betancor, Velázquez y Amancio. Se ganaron seis copas de Europa en total.
-Ha tenido usted una relación de fortuna con el Real Madrid y con la Unión Deportiva Las Palmas. Ha sido como un amuleto.
-Yo empecé a jugar en el Infantil del Tenerife, pero luego tuve mi residencia en Las Palmas. Iba a ver a mi abuela a Tenerife y ella me decía: «Ay, mi niño, que te me estás volviendo canarión». Y yo tenía que convencerla, porque a mí me fue muy bien en Las Palmas, hice el servicio militar y, la puntilla, me casé con una canariona. De manera que el centro de mi vida se trasladó a Gran Canaria, aunque es verdad que tengo familia y grandes amigos en Tenerife. Todavía se sigue hablando en Las Palmas de la gasolinera de Molowny como punto de localización.
-Siempre le llamaban cuando el equipo amarillo, que también es azul, estaba con el agua al cuello.
-Entrené a la Unión Deportiva en tres ocasiones, y tengo el orgullo de haber alcanzado con el equipo la mejor clasificación de su historia. Fuimos segundos y terceros, y logramos escapar también varias veces del descenso.
-Con el Real Madrid también ha vivido un idilio permanente.
-Es muy difícil que quien haya pertenecido al Madrid, sobre todo en aquella época, se desligue de él, por el trato.
-¿A Don Santiago Bernabéu había que echarle de comer aparte?
-Sin duda, él daba a los jugadores un trato muy especial. Era amable, cariñoso, siempre se interesaba por tu familia, si le ayudabas a los tuyos, en fin, un presidente de una características humanas especiales. Ahora, cuando se enfadaba… rara vez iba a los vestuarios; si estaba nervioso le salía un tic en la nariz, y cuando yo le veía aparecer con el dichoso tic, me decía: «quieto, Luis, métete debajo del banco y no abras la boca»; pero era un hombre muy humano, irrepetible.
-El Madrid no ha vuelto a ser el mismo después de él.
-Lo que pasa es que también son otros tiempos, y hoy todo es distinto. Las generaciones van cambiando. Hoy no es mejor ni peor, es diferente. Si quieres vivir y no enfermarte del corazón, tienes que llevar la marcha de la actualidad.
-¿Siempre estuvo ligado al cuerpo técnico del Real Madrid?
-No, no; cuando me retiré, me fui a Las Palmas, porque allí tenía mis negocios. Mi relación con el Madrid era muy buena, pero yo no estaba en el club, hasta que el Real Madrid fue a Las Palmas a jugar un partido de liga. Fui a comer con Don Santiago Bernabéu y con Miguel Muñoz que era el entrenador, estuvimos hablando y al día siguiente acompañé al Presidente a dar una vuelta por el sur de la isla para que viera cómo era Maspalomas que ya empezaba todo eso del turismo. Al otro día, le mandó un ramo de flores a mi madre y fui a darle las gracias y entonces me dijo que tenía que irme al Madrid con ellos, y a Don Santiago era muy difícil decirle que no, y mucho más cuando contaba con el beneplácito de Muñoz, que ya había desestimado otros nombres.
-Total, que lo metió en el avión.
-Sí, y estuve 20 años como técnico, hasta hace cinco años. Tuve la gran fortuna de que todas las veces que cogí al equipo como entrenador lo hice campeón de copa o de liga. Sustituí a Muñoz, a Miljanik y a Amancio.
-Antes de venirse, también fue seleccionador juvenil de Las Palmas, y llevó a los muchachillos a ser campeones de España.
-Fui el seleccionador juvenil de los «diablillos amarillos» que se quedaron campeones de España, y que luego formaron la base de aquella grandiosa Unión Deportiva, donde también estaba Juanito Guedes y que luego se reforzó con gente de Tenerife, como los Gilbertos, Martín y José Juan.
-Haga memoria: partido Las Palmas Real Madrid, mitad del segundo tiempo, empate a dos; penalty contra los blancos, lo tira Castellano y falla. Al final ganó el Real Madrid. De eso se acuerda todo el aficionado que tiene edad para haberlo vivido.
-Germán no quería tirar los penaltys, los empezaría a tirar después. Había ido a la selección española juvenil, donde tiró uno y no lo metió. Por eso no quería, y si un jugador te dice que no quiere tirar los penaltys porque no tiene confianza, lo tienes que respetar, aunque él sea el llamado a tirarlos. En los entrenamientos los tiraba Paco Castellano, porque los lanzaba fuertes y a un lado. Y cuando se pitó penalty contra el Madrid, lo tiró Castellano, lo mismo que los tiró y no los falló contra otros equipos. El era el encargado de lanzar los penaltys.
-Pues todavía hay memoria de aquel episodio.
-Ya lo sé, y siempre vuelve la pregunta. Yo entiendo que se dude de mí, pero lo que me parece inadmisible es que se ponga en duda la entrega y la profesionalidad de Paco Castellano, que si una cosa tenía era eso. Tiró el penalty y hubo mala suerte, falló. En un momento de tanta responsabilidad hay mucha tensión, y a veces salen mal las cosas. Pero la masa es así y lo admito.
-Pero usted podía haber ordenado otra cosa.
-Si yo mando a Germán o a Guedes a lanzar el penalty, lo mismo también lo fallan, y entonces me hubiera dicho: «¿cómo se le ocurre cambiar al lanzador si en los entrenamientos los tira siempre Paco Catellano?». Las cosas son así.
-De todas formas fue una época gloriosa.
-Tuvimos suerte con las lesiones y pudimos hacer la temporada con sólo catorce jugadores, porque no teníamos un banquillo amplio y de calidad como los equipos grandes. Pero era muy difícil entonces llevar a la UD, porque teníamos que jugar dos partidos seguidos en La Península, no encontrábamos horarios y campos a nuestro acomodo, eran chicos jóvenes a los que yo tenía que vigilarles hasta la alimentación, cosa que hoy hace el médico, y era mucho tiempo fuera, y ya se sabe cómo es la juventud. Ahora es distinto, sólo estás fuera un par de días.
-Tendrá anécdotas a miles de aquellos años.
-Bueno, para llenar un libro, y en eso fui compañero de fatigas de García Panasco. Yo recuerdo de pasar horas esperando juntos, en el vestíbulo de un hotel, porque nos faltaba uno.
-O sea, que era un equipo complicado.
-Todos lo son, pero aquel especialmente, por las condiciones que le digo. De manera que yo estaba en Madrid diez días con ellos, y no podía ni ir a visitar a ninguno de mis amigos, porque tenía que estar pendiente de todo, era agotador.
-De los tres equipos de sus amores, dos andan mal.
– Con el Madrid y con La UD Las Palmas pasa algo parecido: el Madrid, si no es campeón, no sirve, y la UD si no está en Primera División es un fracaso. Ahora no va mal, es campeón de grupo, pero, claro, lo que no se admite por la afición es que esté en 2ªB. El caso de Las Palmas es diferente al Madrid, porque tiene la cosa económica; si yo no puedo tener un Mercedes, tengo un utilitario, y si no una bicicleta. Pero vete a decirle eso tú a la afición. Lo que pasa es que cuando un equipo está arriba, la gente va, y las instituciones se mojan.
-El Cabildo de Gran Canaria salvó a la UD de la desaparición.
-Pero si comparamos su presupuesto con el del Tenerife, no hay color. Claro, en horas altas todo el mundo echa una mano.
-¿De repente ha desaparecido la cantera?
-No, hombre, ahí tiene usted, por ejemplo, a Tony Robayna. Antes era al revés, antes Martín se iba a Las Palmas y ahora Robayna ficha por el Tenerife, y pasa por una cuestión meramente económica. Lo que sucede es que la cantera te da un jugador al año para Primera División, y ya es mucho.
-¿Qué me dice de La Quinta del Buitre?
-Fue una buena época del Madrid, no tanto como la de las seis copas de Europa. Y se está siendo injusto con ese equipo, ahora se olvidan de lo que esos chicos han dado al club.
-¿Butragueño era el gran jugador que decían?
-Butragueño era distinto, con unas condiciones físicas y técnicas muy pobres. Tenía el uno contra uno; no iba de cabeza, la pierna izquierda la tenía para andar, y en la derecha, lo que se llama toque de balón, golpear, no tenía, desde fuera del área habrá metido dos o tres goles; sin embargo, llegó a lo máximo. Se dijo que Butragueño era el mejor jugador de España, sin ser completo, y yo creo que fue un fenómeno social.
-No voy a dar nombres, pero en Valencia nos pasó que estábamos en el mismo hotel que un grupo de chicas de…
Luis Molowny habla pausadamente, imprimiendo a su discurso un tono que acaba por convencer. No se altera, te dice que ganó una copa de Europa con el Real Madrid y que siempre que lo entrenó se quedó campeón de liga o de copa, y permanece tranquilo; pero cuando recuerda aquella Unión Deportiva Las Palmas que él mismo empezó a forjar desde fuera, cuando era seleccionador juvenil de Las Palmas, es como si le dieran cuerda. Se levanta, te explica los detalles y, de haber tenido un balón, habría explicado más de una jugada.
Pues en el hotel de Valencia llevaban hospedados varios días los jugadores de la UD. Llegó un colegio de chicas adolescentes, capitaneadas por varias monjas que miraban con desconfianza a los muchachos del equipo de fútbol. Luis Molowny y García Panasco miraban de igual modo a las chicas del colegio, porque tanta juventud en el mismo hotel era una bomba de relojería.
-Como que eran las dos de la madrugada y nos faltaban dos jugadores.
En el vestíbulo del hotel, los dos técnicos paseaban de un lado a otro y miraban hacia la puerta por si entraban los dos jugadores. En su paseo nervioso, se cruzaban con dos silenciosas monjas, a quienes les faltaban, cómo no, dos muchachas.
-Pero si eran de un colegio, serían muy jóvenes.
-¿Y qué edad cree usted que tenían mis jugadores?; tales para cuales, adolescentes, ¡un peligro!, y Panasco y yo nos cruzábamos con las monjitas y mirábamos todos hacia la puerta.
-Tiene razón, señor Molowny: ¡un peligro! A lo mejor se fueron al cine a ver Love Story.
-Que ya los cines habían cerrado, amigo, ¡que eran las dos de la madrugada!
-Me hago cargo, pero dígame: ¿cómo quedó la cosa?
-Dos técnicos, dos monjas, dos futbolistas jóvenes, dos colegialas, dos de la madrugada… ¿Cómo iba a quedar? ¡Empate, dos a dos!
-Eso es una equis, Don Luis.
Es una cosa rara, a mi no me gusta el fitbol, ni sigo salvo a los futbolistas que de golpe entran en el mundo del despilfarro y del corazón, pero recordaba perfectamente al señor Molowny. Debería ser de esos domingos que mi padre oía el futbol cuando la radio era un miembro más de la familia, y creo que si lo recuerdo es por la etapa gloriosa de la U. D. Las Palmas en 1ª división, cuando Juanito Guedes. (in memoriam) Paco Castellano que era el barbero de mi padre, muy jovencito, creo que esa cantera fue la de Molowny, y cuando leí que había fallecido pues parecia que era una persona a la que yo había frecentado, se había hablado tanto de él….no sé me dejó un regusto amargo esa noticia.