Beatles, pero menos

Para vender se buscan las razones más peregrinas. La última es «celebrar» los 40 años de la separación del ya legendario grupo de Liverpool. Con los Beatles ocurre como con todos los grandes mitos, que tienes que andar fino al hablar de ellos, porque si no sale una legión de fundamentalistas y ponen el grito en el cielo. Y es rara esa mitificación, porque normalmente los grupos tienen un líder y los demás se disuelven en el ruido. Pasa con Mick Jagger y los Rolling Stone, Kurt Kobain y Nirvana, John Fogerty y Credence, Jim Morrison y The Doors, Bono y U-2, y así muchos más. Pero en los Beatles se mitificó el conjunto, los cuatro de Liverpool, y probablemente sucedió porque se separaron en la cima del éxito.
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Es curioso cómo las cosas permanecen mientras hay un solo liderazgo, pero es que en los Beatles fue milagroso que aguantaran tanto juntos (otros pensarán que fue poco), porque aquello era cosa de dos, John y Paul. Georges era un buen cantante y compositor, pero no tenía el aliento de un líder, y Ringo pasaba por allí y se marchó en un submarino amarillo. No es posible Rolling con dos Jeaggers, ni U-2 con dos Bonos. Lennon y McCartney demostraron después que son dos grandes de la música «pop», aunque Harrison tuviese un importante éxito con My Sweet Lord quedó claro que la esencia de los Beatles estaba donde estaba. Y a lo mejor fue inteligente separarse en 1969, porque si no tal vez el mito se hubiese devorado a sí mismo.

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