La vida como viaje es un recurso muy habitual en la literatura y el arte en general. Muchos son los libros que se han escrito con el transitar como argumento definitivos, desde el gran viaje de Ulises en su regreso a Itaca hasta el incombustible Don Quijote, haciendo el camino en un esquelético caballo. Porque al final todo es un viaje a ninguna parte, y al decir esto me acuerdo de una novela y una película con el mismo título que es hoy referente del cine español (no sé por qué no de la literatura).
Entiendo entonces que lo importante es el camino, porque el punto de salida da igual y el de destino lo desconocemos, aunque creamos que vamos hacia algún sitio. Siempre llegamos a otro, que no es el fin, porque el camino no acaba. Alguien dijo que, cuando un ser humano siente que ha hecho todo su camino, ha llega el fin, aunque físicamente esté entero. Se morirá por decreto.
Ya dijo Machado que se hace camino al andar, que el lo mismo que luego dijo Lennon cuando afirmó que la vida es lo que nos pasa mientras hacemos otros proyectos. Dice el viejo adagio que todos los caminos conducen a Roma, usando la ciudad del imperio como metáfora del destino final de la vida. Porque la vida es el ensayo general de una obra que nunca se representará.
Un comentario en “La vida, el viaje, el camino”
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Leyendo esta entrada, me viene a la memoria el poema de Kavafis «Ítaca», en el que reivindica, precisamente, que lo más importante de la vida es vivirla, es el camino, no el destino. Y tasmbién una frase hecha de esas que a veces hasta están bien: «No se trata de ponerle años a la vida, sino vida a los años».