En 1873, Amadeo de Saboya devolvió la corona que había ceñido dos años. En España se dan situaciones muy pintorescas, ya que a este rey fueron a buscarlo y lo coronaron unas cortes republicanas emanadas de la revolución de 1868 que derrocó a Isabel II e instauró la I República. Al irse, Amadeo envió una carta a Las Cortes en la que venía a decir que los males de España son las inacabables rencillas entre españoles. En 1912, Antonio Machado publicó en su libro Campos de Castilla un poema que acaba con estos versos romanceados: «Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios./ Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón». Se quedó corto el poeta, porque te hielan el corazón las dos, que a su vez se multiplican enfrentadas como las cabezas de la hidra mitológica.
Y así es España, una y otra vez, porque, cuando se estableció la mencionada I República, no hubo forma de ponerse de acuerdo en si federalista o unionista, y encima había disparidad de criterios en la distribución territorial, en las atribuciones de cada estamento… En casi todo, y el colmo es que el color malva de la bandera pretendía ser el rojo carmesí de Castilla, como unificadora, pero un mal tinte o una imprenta defectuosa lo convirtió en malva, y así lo dejaron para más adelante. Muy español.
Por si hubiera poco pifostio, hace unos años España volvió a sus esencias, buscando camorra porque así lo manda su ADN. El Tribunal Constitucional, cómo no, abrió otra escotilla declarando inconstitucional la ley catalana de 2010 que prohíbe las corridas de toros. Claro, uno se pregunta enseguida por qué se anula la ley catalana y no la canaria de 1991 que tiene las mismas consecuencias. La respuesta es técnica, y por lo que se ve, por una vez los canarios hemos sido más avispados, porque la lidia de toros está reconocida legalmente como patrimonio cultural de España y es por lo tanto competencia del estado central. Ninguna comunidad autónoma puede prohibirla, y lo que hizo Canarias fue proscribir «la utilización de animales en peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que conlleven el maltrato, la crueldad o el suplicio de estos». Es decir, la consecuencia es que no es posible realizar corridas de toros, pero no se veta expresamente, porque hacerlo anularía la ley por inconstitucionalidad. Ya dice el refrán que el que hizo la ley hizo la trampa.
El caso es que, de una manera o de otra, siempre hay alguien, con mucha, poca o ninguna razón, que está levantando liebres, abriendo debates interminables e inútiles y crispando por cualquier motivo real o inventado. Da igual que el tema sea financiero, deportivo, artístico, gastronómico o de cualquiera otra índole; siempre acaba convirtiéndose en un asunto político. Al final, por desgracia, el rey Amadeo y Antonio Machado siguen teniendo razón. Y, la verdad, es agotador.
Permítaseme insistir en el símil cinematográfico, pero es que esto se parece cada día más a una película del Oeste. Nos habían dicho que el nuevo sheriff era Obama, le sustituyó uno de pelo color calabaza, y más tarde otro al que le patinan las ideas. Y les ha salido un competidor en Putin, que ya ha disparado contra las botellas del saloon, dice que como advertencia, que de momento no piensa matar a nadie, aunque haya miles de muertos en Ucrania y en la propia Rusia; pero los vidrios rotos, además de que han puesto perdido el suelo, han hecho algunos cortes entre la clientela, que no sabemos todavía qué gravedad revisten. En España, al Gran Ranchero algunos de sus cow-boys le han salido rana, porque se han puesto de acuerdo con los cuatreros para robar caballos, mientras se acercan al pueblo los ovejeros que anuncian que van a formar bronca. No se sabe si serán buenos con el revólver pero aseguran que tienen mucha munición. Y en Canarias igual, es Dodge City, una ciudad sin ley; hay tiros a mansalva; algunos se escuchan hasta en Madrid y más allá, pero la mayoría no se oyen porque van con silenciador, aunque dan mal olor porque los pistoleros a sueldo han recargado sus cartuchos con excrementos (sin perdón).
Llegados a este punto, parece deducirse que la culpa es de los gobiernos de los dos últimos inquilinos de La Moncloa (mejor llamarlos ocupantes, porque los inquilinos pagan alquiler). Pues ya está. ¿Y el Gobierno de Canarias? Digo yo que, si, por ejemplo, esos recortes llevan a cerrar camas públicas, no se entiende por qué siguen desviando enfermos a hospitales privados canarios, que también cuestan dinero público. ¿Con el dinero que se gastan en desviar enfermos a la sanidad privada no se mantienen las camas y los puestos públicos de trabajo que han cerrado? Me salta al teclado la palabra «privatización encubierta»; dejémoslo ahí, porque como dice un amigo, píquenmelo menudo que lo quiero pa’ la cachimba, y siguiendo el refranero, cuando no es Juana es la hermana, si no es por hache es por jota, una pierna allí y otra en mi tejado, repicando y en la procesión. Más claro, el agua; es decir, blanco y en botella… Entre todos la mataron y ella sola se murió, y en vísperas de la Semana Santa se me han venido a la cabeza estas meditaciones. Como siempre, solo tengo preguntas, no sabemos quién proveerá las respuestas.
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.