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La igualdad real no es un papel

 

Seamos claros, a la derecha conservadora de este país se la abren las carnes cada vez que se habla de algo tan lógico y justo como la igualdad de sexos. Cuando no es una cosa es otra, siempre se oponen y tratan de desmantelar los logros que se van produciendo, como hizo Rajoy cuando suspendió de hecho leyes que se hicieron para avanzar en igualdad, porque las fue vaciando de presupuesto, y las leyes sin presupuesto son papel mojado. Otro que cogía el rábano por las hojas era Alberto Ruiz Gallardón, que retorcía los conceptos con una filosofía nacionalcatólica que daba escalofríos, como cuando, en pleno y eterno debate sobre el aborto, declaraba que era un derecho de las mujeres tener hijos, lo cual refrendaba la lógica de la biología y el imperio de la Naturaleza, y venía a decir que las mujeres necesitaban que se les reconocieran derechos como ducharse, contemplar un atardecer o, ya puestos, respirar.

 

 

Por eso, aunque no estoy de acuerdo con las cruzadas excluyentes y moralistas que usa un sector del nuevo feminismo, creo que hacer leyes está bien, el problema es generar situaciones que la sociedad vaya asumiendo como justas es igualitarias. Pero algo se hace mal, aparte de la labor destructiva de los poderes fácticos más rancios de la sociedad, porque llevamos más de 40 años tratando de crear esa igualdad que debiera ser natural (desde la Constitución de 1978) y estamos como estamos. Pensemos el guirigay que se montó cuando la ley antitabaco de Zapatero, y hoy a nadie se le ocurre fumar en un cine, en un avión, junto a un bebé o en un lugar cerrado. Y se ha asumido, pero con la igualdad de la mujer no hay manera, más bien retrocedemos, porque lo de las manadas y los feminicidios demuestran que a veces vamos hacia atrás.

 

Felicito a todas las mujeres porque es Marzo, y mientras no exista igualdad real tendremos que estar recordándolo, lo mismo que lo hacemos cada noviembre contra esa lacra que es la violencia machista. Siglo y medio de lucha para romper las barreras ancestrales de dominación han supuesto un avance en Occidente, aún insuficiente, pero si pensamos en otros ámbitos geográficos y culturales de este planeta, la situación de la mujer es terrorífica, por emplear un adjetivo suave. Sabíamos que, en China, por la política del hijo único, las niñas son víctimas de algo tan terrible y básico como la negación de la vida, y he leído que en lugares tan desarrollados como Gran Bretaña, cuando hay posibilidad de elección del sexo en un embarazo con las nuevas técnicas de gestación, se elige por abrumadora mayoría el varón.

 

Por lo visto, retrocedemos apenas aparece una ocasión, y todo esto hay que denunciarlo y combatirlo. Existen demasiadas costumbres enquistadas, y cuando se habla de mujeres liberadas, profesionales e independientes, se olvida que esas mismas mujeres tan actuales son víctimas de muchos tics que consideramos normales y que no lo son, porque también la mujer tiene que cambiar su mentalidad y asumir su rol igualitario. Hay que zafarse de esas dictaduras como la de la delgadez obligatoria o que tenga que ir a cada acto social importante con un vestido que nadie le haya visto antes, mientras los hombres van con el traje oscuro de siempre o el mismo esmoquin alquilado. Mucho tendremos que avanzar para que esa igualdad legal sea real. Por eso hay que seguir dando golpes de maza.

 

Acuerdos, declaraciones, compromisos, decretos, congresos y leyes hay para aburrir: Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. París 1791. Declaración de Seneca Falls. 1848. Tratado de Roma (sobre un acervo comunitario sobre igualdad de sexos). 1957. Artículos 14 y 15 de la Constitución Española de 1978. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas. 1979. Conferencia mundial monográfica sobre la Mujer. Nairobi. 1985. Beijing. 1995. Tratado de Ámsterdam. 1999. Ley para la igualdad efectiva de hombres y mujeres. (España 2007)…

 

Como la historia nos repite una y otra vez, estoy convencido de que las fuerzas reaccionarias siempre encuentran un resquicio por el que eludir el cumplimiento de la ley. Los decretos sobre paridad, el peso que para el empleo es el posible embarazo de una mujer y los mil micro y macromachismos que siguen imperando a pesar de docenas de documentos que prescriben lo contrario, de poco servirán si permitimos que deshagan el trabajo social ya hecho. Sé que enfrente hay una pared de siglos, que a menudo incluso empuja hacia atrás, pero si somos seres humanos con un mínimo sentido de la ética y la justicia tenemos que seguir en la brecha. Si equivocamos las estrategias, estaremos dando armas al enemigo, que ya sabemos que es muy fuerte. La igualdad no puede ser solo un papel.