Hoy es el Día de Los Océanos, y estas islas en las que vivimos están en medio de uno de ellos, el Atlántico, segundo en superficie del planeta, con 82 millones de kilómetros cuadrados, curiosamente la misma extensión que la suma de los tres continentes que baña (Europa, África y América). La incidencia de los océanos en las islas que rodea es determinante, y si con el cambio climático se modifican muchas cosas, afectará directa y me temo que duramente al Archipiélago Canario.
Escuchaba hoy en la radio a un responsable de la facultad de Ciencias del Mar de la universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Explicaba que, entre el cambio climático y la contaminación, el Atlántico está sufriendo alteraciones, desde el punto de vista de la biología marina, la física y la química, y que muchos de estas alteraciones cercanas que tanto nos afectarían no pueden ser estudiadas por un centros pionero y de nivel, como el que tenemos aquí, sencillamente porque no existe un buque oceanográfico para poder hacerlo. Hay que servirse de las migajas de otros buques españoles, que tienen su base en Vigo o Cartagena, o aliarse con proyectos extranjeros.
La cuestión es que hace falta un barco, lo mismo que es necesario reforzar otros servicios públicos vitales, y eso depende de la Consejería de Hacienda y más cosas del Gobierno de Canarias. Por lo visto, la gente de la ULGC ha hablado con Asticán para que diseñe una propuesta, y con el Vicepresidente Román Rodríguez, que es el responsable de la consejería de las perras. Parece ser que dijo que se estudiaría. Bueno, pues ya existe la propuesta de de Asticán. La universidad insistirá, pero pedía ayuda de la sociedad para que el Gobierno entendiera que es un instrumento necesario para investigar sobre nuestra supervivencia. Desde este rinconcito, escucho la llamada y le digo al Señor Vicepresidente, don Román Rodríguez, que le dé un par de vueltitas al asunto y a ver de qué manera se puede buscar el dinero para ese barquito tan necesario.
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