Percepción con orejeras

 

Dicen los manuales de psicología que la percepción es la interpretación de los estímulos que recibimos,  que llegan al cerebro separados, no como una película en movimiento, sino foto a foto, de manera que recibiendo exactamente los mismos estímulos, cada persona interpreta esa secuencia de estímulos que entran por los sentidos de manera distinta. También dicen que hay quien interpreta según una reglas no escritas que aplica automáticamente, como si recibiera imágenes, sonidos o cualquier otro estímulo sensorial con orejeras, por un canal muy cerrado. Por eso se recomienda quitarse las orejeras y valorar más ampliamente esos estímulos, lo que nos lleva a lo que llamamos una mente abierta. Lo triste es que, a menudo, tener la mente cerrada o abierta no se elige, y más a menudo aun, se impone.

 

 

Esto viene a cuento de que muchas de nuestras interpretaciones (percepciones) de la realidad responden a estrategias diseñadas por otros, y que se imponen, a veces sin que nos demos cuenta, a través de elementos sociales como la política, la religión o los medios de comunicación cuando actúan tratando de imponer una idea deliberada. Y ando confuso porque, intento abrir mi mente cuanto puedo, y hay cosas que me chocan, aunque sé por qué funcionan así. Los medios para intentar tener un campo perceptivo más amplio son la formación y la información, pero hasta eso es problemático, porque no existe la formación aséptica y la información que nos llega, incluso desde cátedras o autoridades eminentes, no está libre de adulteración.

 

Un ejemplo muy claro en estos días es que la retirada de la mayor parte de las restricciones sanitarias como instrumento para que socialmente se interprete que la pandemia ha terminado, por mucho que se diga lo contrario y se advierta por quienes dictan las normas. Eso hace que esa percepción nos lleve a interpretar que se obedece a razones políticas o económicas y no a las sanitarias. Otro ejemplo lo he visto hoy mismo: aunque no se sabe con seguridad quien ha atacado un depósito de combustible en suelo ruso, desde Moscú se dice que han sido misiles ucranianos disparados por helicópteros. Puede ser o no en el juego de las mentiras en una guerra. Lo que me llama la atención es que algunos analistas políticos y  medios informativos se llevan las manos a la cabeza porque Ucrania ha atacado suelo ruso, como si las orejeras hubieran dictado que una guerra entre dos país fronterizos debe librarse solo en territorio de uno de ellos, el invadido. Es decir, el papel que se ha asignado a Ucrania es el de defenderse de Rusia y expulsar a sus fuerzas más allá de la frontera, como si atacar una fuente de suministro de las tropas rusas no entrara en el concepto de legítima defensa. Lo que digo, orejeras.

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