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¿Saben en Bruselas dónde queda Schengen?

 

Si echamos la vista atrás un cuarto de siglo, veremos que a finales del siglo XX las migraciones ilegales desde África eran una anécdota, aunque significaban el anuncio de los que vendría después. Se echó la culpa a la globalización, entonces palabra de moda, y se entendió como inevitable. Lo que nadie previó es que Canarias se convirtiera en punto de llegada masiva de pateras y cayucos, no solo de las cercanas cosas de Marruecos y El Sahara, sino de mucho más al sur, de Senegal hacia abajo, que han convertido la ruta de Canarias en una de las más letales del mundo. Luego las mafias han establecido una verdadera línea marítima irregular con la pobreza del Magreb y el espacio subsahariano.

 

 

Mil veces han definido a Canarias como cruce de caminos y centro atlántico donde confluyen tres continentes; otras tantas los propios canarios hemos presumido de ello. Y es esta una verdad inalterable desde la antigüedad clásica, en incluso más allá, desde la mitología. Ahora, ese privilegio de estar en todas las rutas se convierte en un problema. Canarias es frontera sur de la UE con el Magreb y toda el Africa subsahariana, y en el pecado lleva la penitencia. Estar en la UE, con un status especial de Región Ultraperiférica, pero dentro, al fin y al cabo, hace que el sistema nacido en Schengen se vuelva confuso, porque, aunque este bendice la libre circulación interna y promueve comunitarizar las fronteras externas de la UE, no hay una uniformidad en las leyes de los distintos países miembros. Schengen sigue siendo una asignatura pendiente.

 

De boquilla, suele haber unanimidad en que es necesario un pacto de Estado sobre la inmigración ilegal, pero solo Andalucía y Canarias mueven ficha; los demás miran para otro lado porque no les afecta directamente. También se entiende que es necesario que la UE asuma este problema como propio, es decir, que es un asunto que termina en Canarias pero que corresponde a toda la UE, que es lo que promueve el espíritu de Schengen. Todavía tengo memoria de la entrevista que tuvo lugar hace dos décadas entre Román Rodríguez y Romano Prodi, entonces presidentes de Canarias y la Comisión Europea respectivamente. La cabeza visible de Europa se comprometió a que la UE asumiría la inmigración como asunto comunitario, pero tan rotunda declaración quedó en titulares que se disolvieron con el paso del tiempo. Schengen se había difuminado otra vez.

 

Todo se complicó con la crisis financiera de 2008 y ya se nebulizó con los movimientos migratorios que se generaron después del gran fracaso de la llamada Primavera Árabe. Siempre se ha dicho que los movimientos migratorios son inevitables porque la historia de la Humanidad y la de las migraciones van en paralelo, que hay que atacar el problema en origen, y lo único que ha hecho el Primer Mundo ha sido armar a unos y a otros (con lo cual crece la deuda de los países pobres) o intervenir directamente con bombas, soldados y misiles. Cada vez que Rusia, China, la UE o Estados Unidos mueven ficha, rompen el statu quo, generan estados fallidos y dan alas a los llamados señores de la guerra. Libia, Irak, Afganistán, Yemen, Sudán… La lista es enorme, y las consecuencias son la huida en masa de millones de personas, la destrucción de su vida cotidiana y el aumento de la presión sobre sí mismos. A la UE lo único que se le ocurrió fue “comprar” campamentos de refugiados en Grecia y Turquía para el éxodo sirio y a Donald Trump levantar un muro en la frontera con México. Rusia y China, en sus ámbitos de influencia, han hecho lo mismo.

 

Y ahora el asunto se desmelena con la guerra de Ucrania. Por supuesto, las soluciones son siempre las mismas, rearmarse, jugar a un envite de amenazas que nadie sabe cómo acabará y más población desarraigada. La UE dice, pero no hace, y da que pensar que todos los movimientos en favor de un alto el fuego vengan de líderes de países y no de la UE como organismo supuestamente con más peso. Y Canarias sigue recibiendo centenares de inmigrantes. Algunos se felicitan porque ya salen de nuevo hacia el Sahara aviones con inmigrantes devueltos. ¿Devueltos a quién? Porque no sé que pinta un maliense o un senegalés en una tierra que Marruecos reclama pero que no es suya. Y otra cosa, ahora la ruta de Canarias será más larga y más mortífera porque se concentrará en puntos de salida mucho más al sur. Mientras, algunos engordan su discurso electoral culpando a los mal llamados menas (menores inmigrantes), y todo se arregla echando la culpa a Putin, que tiene mucha, pero que no es el único culpable. Basta mirar un mapa para ver cómo los países poderosos juegan en un damero mortal con los más débiles. Y en Bruselas, aparte de aplaudir auténticos disparates, ya nadie se acuerda ni dónde está el pueblo luxemburgués de Schengen, donde se firmó un acuerdo que hoy es prácticamente papel mojado.

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Elsa López, Premio Canarias de Literatura

 

Hoy me he llevado una gran alegría, porque han otorgado el Premio Canarias de Literatura a la poeta -gran poeta- palmera Elsa López. Su obra lo merece, pero es que Elsa merece todo, porque lo ha dado todo, como referente de la igualdad de la mujer, como apoyo a quienes escriben en Canarias, como fundadora de Ediciones La Palma, uno de los pilares del vigor actual de nuestra literatura. Así que, bien está lo que bien acaba, y hoy su galardón es motivo de fiesta para quienes la conocemos y la queremos. Y, sobre todo, la leemos.

 

 

Estas fotos fueron realizadas en La Palma en el verano de 2019, y las pongo porque es un orgullo compartir con ella, como sé que les encanta a las demás personas que aparecen en la foto: Anelio Rodríguez Concepción, Antonio Jiménez Paz, Alicia Llarena. Debiera aparecer también Nicolás Melini, pero ha quedado oculto en la foto por la propia Elsa. Cosas de directo.

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La telaraña de Rabat

 

La democracia es un concepto que estiran y encogen como el chicle, y nunca comparece a gusto de todos. En una asamblea de vecinos el valor del voto directo es incuestionable, pero en una colectividad numerosa, un estado millonario en habitantes, salvo una decisión concreta que implique un gran cambio en la sociedad y haya que resolver en un referéndum, lo que funciona es la representatividad, y por ello, la soberanía del estado español -comunidades autónomas aparte- queda depositada en las Cortes Generales, es decir, Congreso y Senado. Luego está el gobierno, que se supone que gobierna con el apoyo y las rectificaciones de Las Cortes, por lo que las decisiones de los consejos de ministros o los decretos, han de contar con la mayoría representativa o bien han de ser refrendados en desde los escaños de la soberanía. Los gobiernos no legislan, proponen leyes, y es el Parlamento el que las acepta, las corrige o las rechaza.

 

 

A veces hay asuntos que no se rigen por una ley, sino que dependen de decisiones políticas, y cuando se trata de algo de gran envergadura es obvio en una democracia que hay que contar con los partidos con representación parlamentaria. Cuando es asunto de especial sensibilidad, se trata discretamente y, además, existe una comisión de secretos de estado en el Congreso. Por otra parte, si bailarle el agua a Rabat pone en cuarentena las relaciones con Argelia, valedora de los saharauis desde 1975, mal vamos, porque de allí viene la mayor parte del gas natural que consume España.

 

En cuanto a las formas democráticas, este reconocimiento que hace Pedro Sánchez es una chapuza monumental, porque, aparte de tener bien atadas e informadas las voluntades españolas a través de los partidos y el Parlamento, es que ni siquiera cuenta con la aquiescencia de su socio de gobierno de coalición. Es claro que se trata de la sopa de Mafalda, ahora el PP tendrá razón en cuantas críticas haga, porque Sánchez le ha dado munición, por no hablar de la extrema derecha y de los partidos nacionalistas. Estoy convencido de que, incluso muchos varones territoriales del PSOE y miles de militantes se preguntan cómo demonios pueden justificar semejante ocurrencia de su jefe. Porque esto es una ocurrencia de las gordas, como si ya no hubiera bastante con la pandemia, el precio de la energía, la inflación, la guerra y un sector de los camioneros haciendo una huelga violenta y rara.

 

Por otra parte, se necesita ser ingenuo para creer que con esto Marruecos va a quitar la presión sobre Ceuta, Melilla y Canarias con la emigración irregular. Para empezar, cuando en 1956 se constituyó el Reino de Marruecos, como Francia y España le cedieron la soberanía sobre sus protectorados y las perlas urbanas de Tánger, Tetuán y Larache, se daba por hecho que el asunto estaba resuelto, pero al año siguiente, en aras de la idea del Gran Marruecos, que en el delirio alauita debe extenderse a media Argelia, Mauritania, Mali y, por supuesto, el Sahara Occidental, Rabat quiso Ifni y eso dio lugar a una guerra que, cómo, perdió España. Cuando se pensaba que la voracidad territorial de Rabat estaba saciada, Hassan II montó la Marcha Verde en 1976, con el resultado conocido. Es decir, la política exterior de Rabat con respecto a España se basa en siempre en el chantaje. Y aunque Marruecos cumpliera sus tratos sobre la inmigración, hay que recordar que la presión migratoria de África viene de muy abajo, y Marruecos es solo una puerta de salida, por lo que, ya se buscarán la vida desde Senegal, por ejemplo.

 

Lo que nos vende el presidente del gobierno de Canarias (¿qué remedio le queda?) es que esto es formidable porque se acabará la avalancha migratoria. ¿Nos toman por tontos que no tenemos memoria ni sabemos mirar un mapa? Es que, además, ese envalentonamiento de Marruecos puede llevar a un conflicto armado a cien kilómetros de estas islas que se venden como paraíso. Argelia siempre está tensa con Marruecos, y quien sabe qué decisiones tomará con respecto a la nueva situación y en sus relaciones con España. Y hay otro peligro, que puede sonar disparatado pero que se basa en la realidad, y es que le demos pábulo a Rusia para abrir otro frente en el noroeste de África. Si no, al tiempo. Sería una guerra indirecta, como tantas; desde tiempos de Kruschev, Argelia siempre tuvo el apoyo de Moscú que, de ese modo, deseaba presencia en el flanco sur del Mediterráneo. Cuando surgió el conflicto del Sahara, Moscú se volcó con Argel para apoyar al Polisario, y así buscaba una salida al Atlántico, cosa que ni soñaron los zares. La URSS se desintegró, pero Moscú no ha roto sus lazos con Argel, así que estamos moviéndonos en arenas movedizas, y más con Putin en el Kremlin. No es que vaya a ocurrir mañana, pero solo la posibilidad de que suceda es fuente de inestabilidad, justo lo contrario de lo que deseamos en Canarias.

 

Con el Acuerdo Tripartito de Madrid, España formaría con Marruecos y Mauritania un triunvirato que administraría el territorio hasta un posible referéndum que, décadas después, pareció que iba a celebrarse, durante la misión de la MINURSO y el Plan Baker (si hasta hubo debate sobre el censo). Un gobierno español en tiempos muy confusos (noviembre de 1975) dejó tirado en el desierto al pueblo saharaui, el único que sigue hablando español en África. Una vergüenza que se agravó con el acuerdo pesquero que poco después firmó Adolfo Suárez con Rabat y que, de facto, reconocía a Marruecos autoridad sobre el banco pesquero de las costas saharianas (La UE pecó de lo mismo años después).

 

Así, con una indignidad tras otra, el pueblo saharaui lleva sufriendo 47 años sin pisar la Tierra Prometida (los hebreos solo vagaron por el desierto 40 años). Ahora, Sánchez cae en la telaraña de la palabra de un estado que saca partido a las falsedades y los incumplimientos. Me duele por el pueblo saharaui, y porque deja a Canarias al lado de un polvorín; también me duele por España, que en política exterior no pinta un monigote porque se pasa la vida dando palos de ciego, con cualquier gobierno, lo que significa que quienes mueven los hilos están más arriba, o más atrás, o más ocultos. ¿Y así quiere España hacer de puente entre Europa e Hispanoamérica, si no es capaz siquiera de guardarle las espaldas a una comunidad autónoma como Canarias, que está al albur de los caprichos de Rabat como moneda de cambio? Que España esté en la OTAN y en la UE no es mucha garantía, pues ya sabemos que todo depende de los intereses de Bruselas y Washington. Y Dios nos libre si van juntos.