Desde hace unos años, hemos ido entrando poco a poco en lo que al principio llamamos Sociedad de la Información, y muchos hemos subido de uno en uno escalones que necesitábamos ascender para no perder el tren de las tecnologías. Hace más de dos décadas, estos artículos que enviaba a Canarias7 se escribían a máquina y en papel, y luego había que teclearlos de nuevo en el periódico.
Pronto apareció el e-mail, y ya no era necesario llevar físicamente los trabajos, y así, paso a paso fuimos entrando en otro modo de trabajar que tenía que ver con nosotros y hasta con la estructura industrial del periódico. Fue sucediendo también en otros sectores de la sociedad, en los que las tecnologías empezaron a cobrar un protagonismo no imaginado solo unos años antes. El ordenador se hizo imprescindible como elemento de trabajo y de comunicación.
Hubo un gran salto cuando los móviles pasaron de ser un teléfono portátil a convertirse en una terminal de información casi infinita, con aplicaciones que comunican a las personas de forma individual y en grupo, desde donde pueden ser enviado y recibidos toda clase de archivos. La inmediatez se apoderó de la vida, y con la pandemia esta actividad de las nuevas tecnologías se ha acrecentado exponencialmente, hasta el punto de que hoy es prácticamente impensable vivir sin estar conectado a estas redes.
Eso es un avance tecnológico impresionante, pero también tiene algunas cargas negativas. Una de ellas es que hay sectores de la población que se están quedando fuera del circuito porque no pueden seguir el ritmo de los cambios. Otra carga es social, puesto que mucha gente -sobre todo jóvenes- viven enganchados a ese mundo virtual que necesitan como su respiración. A esto, hay que sumarle que gran parte de las gestiones hay que hacerla en estas plataformas tecnológicas y a menudo no es tan sencillo estar al día en todo ese laberinto que se supone está ideado para que la gente viva y se comunique mejor. Pero no siempre es así.
Una de las partidas importantes de los fondos que llegarán de Europa será destinado a la modernización de este entramado tecnológico. Espero que esos cambios sirvan para que la sociedad avance, porque si va a ser un espacio en el que unos pocos se mueven muy bien y la mayoría no se integra, no veo las ventajas como sociedad. En esta modernización tecnológica puede abrirse un abismo social, porque la mayor parte de las personas manejan las aplicaciones básicas, pero no sé si muchas pueden integrase en ese nuevo modo de vida. Ya pasa con las personas mayores, que no entienden estas nuevas formas de comunicación y gestión.
De manera que, en esa transformación que se avecina (anunciada hace unos días por el presidente del Gobierno de España), un capítulo fundamental es la educación tecnológica de la población, porque es evidente que estos cambios influirán también en las relaciones y en general en la forma de vida. Si hay modernización tecnológica, que sea para toda la población, porque si no habremos abierto otra brecha en la sociedad.
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