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En el filo de la navaja

El destino parece dispuesto a dar una lección a la Humanidad, aunque tal y como están sucediendo las cosas, más que de una lección, se trata de un máster con muchas variantes. Esencialmente, lo que se nos está diciendo es que vivimos en un mundo de fantasía, en el que creemos que todo está controlado, pero no nos damos cuenta de lo rápido que puede cambiar. Si ya tenemos una lección permanente con la pandemia, vemos que hay otras muchas dependencias de las que no somos conscientes.

La más reciente advertencia es el accidente que ha tenido el carguero portacontenedores en el Canal de Suez. Una tormenta de arena que lo complicó todo y el barco se atravesó en la parte más estrecha del canal. Aparte de las cuantiosas pérdidas por los largos desvío o por la tardanza en la entrega de los materiales, hay otras consecuencias que sería muy largo enumerar, pero el mensaje es claro: no tenemos nada controlado, como ocurrió hace unos años con el volcán islandés que paró todo el tráfico aéreo en Europa.

Pero el mundo sigue sin darse cuenta de que nuestra civilización se sostiene a veces por casualidad. Pensamos que cuando pase la pandemia (no sé cuándo, pero se acabará) ya no habrá problema, y la gente parece haberse olvidado de asuntos muy peligrosos como los microplásticos, los vertidos y, en general, el cambio climático. Estamos en el filo de la navaja, pero los dirigentes siguen obsesionados con las materias primas, y a expensas de cualquier factor natural sea un huracán, un terremoto o vaya usted a saber qué.

Y, sobre todo, el gran problema que amenaza al planeta es el agua potable. En unas zonas se despilfarra y en otras escasea, y no sabemos cómo evolucionará la climatología con el calentamiento global. A veces pienso que la gente sí es consciente de estos peligros, pero como no los puede prevenir… Y ese es el error, algunos son imprevisibles, pero otros tienen que ver con la intervención humana.

La estupidez, o la avaricia, crean situaciones tremendas. Ahora mismo manda más la industria farmacéutica que una entidad supuestamente tan poderosa como la Unión Europea. Las empresas incumplen contratos de entrega de vacunas y los gobiernos nada pueden hacer porque están a su merced.

Creo que deberíamos pensar que cada uno de nosotros podría hacer lo que está en su mano, y muchas cosas mejorarían. Pero los dirigentes políticos solo se mueven por el poder y los económicos por el dinero. Estamos en mitad de una pandemia y es una catástrofe planetaria, pero quienes tienen capacidad para resolver problemas siguen a lo suyo: poder y dinero. Es lo que hay.

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