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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 18: El motor de la esperanza. (01/04/2020).

Supongo, que a estas alturas del encierro, estamos cansados de casi todo, y nos mantiene en pie la esperanza, esa fuerza oculta que, como cuenta mi amiga Guadalupe Martín Santana, fue lo único que quedó en el fondo de la mítica caja de todos los males cuando fue abierta por Pandora. Para hacer más llevaderos estos días, se hacen muchas cosas solidarias a través de la red; los timplistas tocan folías, hay quien nos muestra cómo cocinar una receta y algunos de mis amigos escritores cuentan sus propios relatos; yo también pensaba hacerlo, pero las condiciones de mi voz no son las mejores en estos momentos, debido a mi afonía crónica, y sufrirían viendo el esfuerzo que tengo que hacer. Es por temporadas, y si mejoro en unos días les aseguro que también les contaré algunas historias, por si pudieran ser de su interés. Por ello, para mantener intacta y en el fondo de la caja esa esperanza tan necesaria, es por lo que cada día escribo estas notas que tal vez sirvan al menos para mantener agarrado el hilo de Ariadna que nos devuelva a la salida del laberinto.

Hasta ahora, cuándo mirábamos hacia atrás, todos pensamos que nuestra vida había sido de una manera o de otra, pero sabemos que el cerebro tiene mecanismos para convertir el recuerdo de momentos muy duros en memoria falsa que puede incluso arrancar una sonrisa. En estos momentos, cualquier día del pasado nos parece una maravilla, porque los enemigos que nos acechaban eran visibles y reales, no esa bruma transparente que hace que miremos hacia la calle como si viviéramos el día después de un desastre nuclear. Ayer hablé con varios amigos con los que suelo tomar un café y charlar de cosas que nos parecían importantes y que no lo eran; pero sí era importante compartir un espacio, un saludo, un abrazo. También hemos leído y oído mucho que esto nos enseñará a valorar lo que antes no solo no nos parecía importante, sino que incluso tachábamos de aburrido y monótono. Bendita monotonía compartida.

Antonio Machado escribió: “Dice la esperanza: Un día / la verás, si bien esperas”. Esperaremos y llegará el día en que veamos otra vez la vida. Y, sí, es posible que entonces valoremos lo hermosa que es la convivencia, aunque luego, por esa memoria que juega a favor pero también suele jugar en contra, vayamos olvidando que la vida, por muy complicada que sea, es hermosa, y que siempre tendríamos que estar dándole las gracias, como hizo la gran Violeta Parra hace medio siglo. Pues subámonos a la esperanza, que es uno de los motores del mundo. Pero ya saben, seamos estrictos para defender eso que tanto amamos. Buen día.