Enfilamos el tercer lunes de la cuarentena, y surge la pregunta de por qué se llama así, si no se especifican los días de duración. Esa distancia de cuarenta días es una tradición muy antigua; en La Biblia, el Diluvio dura cuarenta días, y los israelitas vagaron cuarenta años por el desierto, como si el número 40 tuviera algún significado); en los ambientes populares se tenían cuarenta días de especial cuidado con las mujeres después del parto. Incluso guardaron aislamiento los astronautas que viajaron a La Luna, por si podrían trasladar algún elemento biológico dañino, y lo llamaron cuarentena aunque no recuerdo cuántos días duraba. La palabra viene de los cuarenta días que hacían esperar fondeados frente a los puertos a los barcos en algunas epidemias medievales. Ahora se habla de cuarentena para los contagiados asintomáticos, pero en realidad son catorce días.
Ayer nos dieron una de cal y otra de arena. Las redes sociales y los medios han insistido en la necesidad de que los países de la UE tengan una misma posición, después de que se evidenciaran claramente las diferencias entre los estados de moral luterana y calvinista y los de la costa mediterránea. Lo que sorprende y entristece es que dirigentes políticos de países como Brasil den prioridad a la economía sobre la vida, ya hasta expresan públicamente que el virus solo atacará con dureza a las personas mayores. Y en Estados Unidos, Trump sigue a lo suyo. La verdad es que esta gente da escalofríos.
Por la tarde, con el adelanto de hora, los aplausos se realizaron cuando todavía había plena luz del día, y los rostros de las personas del edificio de enfrente se podían ver con toda nitidez. Hasta el sábado, se esbozaban en una penumbra que se acentuaba por el contraluz de la iluminación de sus casas. Ayer pude ver la expresión de sus rostros, y eso es alentador. Con el nuevo horario, la calle ya no recuerda a esa hora los fotogramas de La ventana indiscreta, es simplemente una calle en la que la gente se asoma a las ventanas. Por la noche sí que vuelve a su imagen cinematográfica, pero tampoco hay que volverse cotillas, que una cosa es entenderse con el vecindario y otra muy distinta fisgonear. Así que, echando mano otra vez de la esperanza, continuemos porque así tiene que ser. Buena semana.
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