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La verdad y la burocracia

 

En medio de tantos datos, resulta difícil opinar, tan solo se me ocurre preguntar. Los datos son gélidos, los hechos son incoloros, pero las interpretaciones que se hacen de ambos los calientan y les dan colores. Me temo que tanto debate sobre cada uno de los detalles acaba creando una burbuja que se parece mucho a la desinformación. Y las preguntas surgen porque ya uno no sabe a quién creer. He decidido que no voy a entrar en ningún debate sobre datos porque confieso que carezco de la preparación y el conocimiento de los hechos para poder expresar una opinión estimable. Me limito a seguir las indicaciones y a esperar que no se equivoquen esas personas en las que confío y que están hoy a los mandos.

Uno de los monstruos que me rondan la cabeza es la burocracia. España tiene un sistema muy burocratizado, que se supone sirve para que haya un control sobre lo que se hace en las administraciones públicas. El problema es que, como cualquier sistema, incluso el creado con la mejor intención, puede pervertirse, y resulta que en la cadena burocrática alguien, por ineptitud, prepotencia o mala fe, puede detener un proceso que necesita urgencia. Luego están los plazos, que se hacen interminables para la mayoría de los trámites. Para colmo de males, este sistema tan laberíntico, pensado para generar transparencia en lo público, ha demostrado no ser tan eficaz, puesto que no ha impedido corruptelas por doquier.

Hablo de la burocracia porque he leído que algunas industrias químicas canarias han detenido su producción habitual para dedicar su esfuerzo a la producción de elementos que ahora son de primera necesidad y escasean. Uno ejemplo de ello es el alcohol, y resulta que informan que todavía no pueden ponerse a producirlo porque faltan trámites que lo autoricen.  En la época de Internet y en un momento de urgencia, me pregunto si no es posible agilizar esos trámites, y ya que el Estado de Alarma decretado da poderes extraordinarios al Gobierno, nada costaría aminorarlos. Y lo mismo sucede en otras vertientes de la actual crisis. Entiendo que los productos sanitarios necesitan muchos controles para evitar que sea peor el remedio que la enfermedad, pero en la mayoría de estas tardanzas el problema es únicamente burocrático. Escribió Mario Benedetti, criticando la enrevesada e interminable burocracia de su país en sus Poemas de la oficina: “Uruguay es la única oficina del mundo que tiene categoría de república”. España debe ser algo así, solo que en este caso es monarquía parlamentaria.

Otra de las cosas que descorazonan a la gente es ver cómo se pasan la pelota unos a otros. No entiendo cómo, en un momento de la gravedad del que vivimos, aquí, allá y acullá sigan apareciendo los dientes afilados para tirarse a la yugular del otro. Esa idea generalizada de culpar a “los otros” y exculpar a “los tuyos” me parece de un infantilismo de parvulario. No estamos en situación de dividir, sino de sumar. No sé si el Gobierno acierta o se equivoca en esto o en lo otro, pero creo que quien piense que se puede hacer mejor que aporte sus ideas, y tendría que tomarse en consideración lo que dice, porque se supone que todos queremos lo mismo. Pero veo que no, que algunos ya están “trabajando” para el día después, tratando de aprovechar el río revuelto para sacar ventaja electoral. ¿Pero es que ahora mismo hay quien piense en elecciones? Ni en un desafío tan tremendo se olvidan de sus banderas, sus rencores y sus mentiras, porque la mentira tiene un caldo de cultivo perfecto en medio de tanto ruido.

Así que, lo que necesitamos ahora es unión y eficacia. Quien no quiera arrimar el hombro que no estorbe, pero lo que se está haciendo es un mal servicio al país con cuyo nombre se les llena la boca. La responsabilidad del gobierno es mucha, pero también lo es la de las demás fuerzas políticas, puesto que todos juntos representan la soberanía del pueblo. Es la hora de la verdad, y este pueblo está dando sobradas muestras de solidaridad, generosidad y abnegación, lo cual me lleva a recordar el famoso verso del Poema del Cid, “¡Oh, Dios, que buen vasallo / si hubiese buen señor!”. Los españoles merecen una clase dirigente a la altura de los valores que demuestran una y otra vez; ahora también. Luego que sigan jugando a sus guerritas, pero ahora solo hay un objetivo, el más importante: la vida.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 17: Viajar hacia adentro (31/03/2020).

 

Un enemigo silencioso y muy peligroso nos ha robado más de medio mes de marzo, y creo que va a robarnos también el mes de abril, por lo que hay que dar un tirón de orejas a Joaquín Sabina. Mira que lo tengo dicho; cuando se escriben poemas, novelas o canciones hay que poner mucho cuidado, porque a veces suenan como un conjuro, tienen algo de proféticas. Y, hombre, Sabina, abril no es un mes cualquiera, es el tiempo estrella de la primavera, cuando toda la vegetación, la fauna, la vida, se renueva para empezar otro ciclo. Podrías haber escogido un mes más soso, pero abril… Porque marzo ya sabemos como es, debe su nombre a Marte, dios de la guerra, y con eso no puede esperarse mucho de él. Pero abril es la evolución del nombre de Afrodita, diosa griega del amor, y resulta que Ángel Víctor Torres, presidente de la Comunidad Autónoma, ha verbalizado lo que ya sospechábamos, que se mantendrá el confinamiento durante todo el próximo mes, o casi, aunque no sea su competencia decretarla. Así que, admirado Joaquín Sabina, espero que afines en los mensajes, si es que el encierro te ha llevado a componer canciones.

Por otra parte, creo que hemos mitificado exageradamente lo de moverse en el espacio físico. Parece que viajar de un lado para otro es un valor en sí mismo. Pues no, solo sirve para contar pasos contra el colesterol y la osteopenia, que no es mal objetivo, pero si hablamos de viajes, todos los libros son itinerarios hacia el interior. El Quijote o La Odisea son ejemplos claros de cómo esos grandes recorridos por los secarrales de La Mancha o el turbulento y misterioso Mar Egeo son en realidad viajes alrededor de nosotros mismos, y los lugares, las distancias y las fondas son metáforas de la vida. Si somos estrictos, todos los libros son historias viajeras, y esas vivencias están en nosotros.  Hay que cuidar el cuerpo, moverse, alimentarse lo mejor posible y de manera adecuada, pero en este tiempo podemos suplir la ausencia de los otros con los medios tecnológicos con que contamos. Ha habido grandes viajeros, desde Marco Polo hasta cualquiera que les venga a la memoria, pero algunos de los que más lejos han llegado se mudaron poco de lugar. El filósofo Immanuel Kant nunca salió de la ciudad de Königsberg (Kaliningrado) y poco se movió de su celda conventual Sor Juan Inés de la Cruz.

Así que, ya habrá tiempo de moverse, ahora tenemos que hacer el esfuerzo de caminar hacia adentro, y tal vez descubramos cosas que ignorábamos de nosotros mismos y de las personas que nos acompañan en el confinamiento. Yo estoy descubriendo que la mujer que viene caminando conmigo hace décadas y que ahora me acompaña en este lance es una fuente inagotable de energía. Siempre supe que era valiente, pero ahora demuestra cada minuto que, además, es un pilar. Espero que en mí descubra al menos que puedo acreditar una resistencia razonable. Prosigamos con la misma fe en nosotros y en los demás. Buen día.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 16: Rostros nítidos (30/03/2020).

 

Enfilamos el tercer lunes de la cuarentena, y surge la pregunta de por qué se llama así, si no se especifican los días de duración. Esa distancia de cuarenta días es una tradición muy antigua; en La Biblia, el Diluvio dura cuarenta días, y los israelitas vagaron cuarenta años por el desierto, como si el número 40 tuviera algún significado); en los ambientes populares se tenían cuarenta días de especial cuidado con las mujeres después del parto. Incluso guardaron aislamiento los astronautas que viajaron a La Luna, por si podrían trasladar algún elemento biológico dañino, y lo llamaron cuarentena aunque no recuerdo cuántos días duraba. La palabra viene de los cuarenta días que hacían esperar fondeados frente a los puertos a los barcos en algunas epidemias medievales. Ahora se habla de cuarentena para los contagiados asintomáticos, pero en realidad son catorce días.

Ayer nos dieron una de cal y otra de arena. Las redes sociales y los medios han insistido en la necesidad de que los países de la UE tengan una misma posición, después de que se evidenciaran claramente las diferencias entre los estados de moral luterana y calvinista y los de la costa mediterránea. Lo que sorprende y entristece es que dirigentes políticos de países como Brasil den prioridad a la economía sobre la vida, ya hasta expresan públicamente que el virus solo atacará con dureza a las personas mayores. Y en Estados Unidos, Trump sigue a lo suyo. La verdad es que esta gente da escalofríos.

Por la tarde, con el adelanto de hora, los aplausos se realizaron cuando todavía había plena luz del día, y los rostros de las personas del edificio de enfrente se podían ver con toda nitidez. Hasta el sábado, se esbozaban en una penumbra que se acentuaba por el contraluz de la iluminación de sus casas. Ayer pude ver la expresión de sus rostros, y eso es alentador. Con el nuevo horario, la calle ya no recuerda a esa hora los fotogramas de La ventana indiscreta, es simplemente una calle en la que la gente se asoma a las ventanas. Por la noche sí que vuelve a su imagen cinematográfica, pero tampoco hay que volverse cotillas, que una cosa es entenderse con el vecindario y otra muy distinta fisgonear. Así que, echando mano otra vez de la esperanza, continuemos porque así tiene que ser. Buena semana.