En todas las épocas ha habido distintos criterios sobre lo que es buena o mala literatura, obras útiles para desarrollo del pensamiento o que generan placer estético según gustos, pero, salvo rivalidades encendidas y hasta crueles como las de Góngora y Quevedo, o la mala leche que le surtía a Lope de Vega en cuanto le mentaban a Cervantes, o la pelusilla que tal vez tuvieron Virgilio y su contemporáneo Horacio, la gente que los leía no hacía de ello un asunto personal. Lo que hoy cambia las cosas es que antaño no había redes sociales y no sabemos qué discutían los admiradores de tan elevados artistas. Ahora es como una guerra, no solo entre algunos de quienes escriben, pintan o cantan, sino y sobre todo entre los seguidores, porque si eres de unos tienes que odiar a los de los otros, y comportamientos humanos de los artistas sirven para descalificar toda su obra, o bien criterios nuevos convierten a un autor pretérito en un apestado. En este pim-pam-pum han recibido hasta en el velo del paladar celebridades que han escrito, pintado o compuesto obras cimeras. Que si fueron filonazis, o nazis directamente, que si les bailaron el agua a Stalin o que fueron rebeldes de salón que sirvieron de coartada al sistema. Y se forman bandos, en los que elevan a la divinidad a determinados nombres porque se supone que crean lo que cada cual quiere, o bien ni siquiera pesa su obra, sino porque milita en el mismo pensamiento expresado en entrevistas conferencias o sacadas de las hemerotecas si ya ha fallecido, o por sus conductas personales ajenas a su obra. Por el contrario, y por las mismas razones aleatorias, así, de repente, Nabokov se ha convertido en un pederasta, Simone de Beauvoir en una indeseable, Louis-Ferdinand Céline en un colaboracionista, García Márquez en un castrista y Herman Hesse en un nazi, sin atenuantes. Da igual si han escrito Viaje al fin de la noche o El segundo sexo, han pintado El Guernica o Las hilanderas, han filmado Annie Hall o Tess, han esculpido El Pensador o han compuesto La Pastoral. Y digo yo que tal vez pudieran ser ciertas algunas de estas afirmaciones, o todas, pero entonces, sea por su biografía o por el pensamiento que transmiten algunas obras (siempre interpretable según los colores del cristal), ya podemos dar por liquidada la cultura universal, y nos preparamos para prescindir de obras maestras de la literatura, la pintura, el cine, la música y hasta de los cómics y anuncios publicitarios que han marcado épocas. Si no fuera tan escandaloso y triste, daría risa que las voces que exigen la censura de unas obras o unos nombres sean a menudo las mismas que claman por la libertad de expresión.
Censura y libertad de expresión
COSAS MÍAS
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.