Estatuto, política y cultura

Se ha vuelto a poner en el disparadero la propuesta de nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias como consecuencia de los compromisos firmados en los acuerdos previos para aprobar los presupuestos de 2016 en las Cortes Generales. Hemos dejado el asunto en manos de los partidos políticos, que nos tienen acostumbrados a pasarnos sus intereses por delante de los de la gente. Cualquier asesoría pasa por instituciones que generalmente suelen ser el cortijo de unos pocos, y a la vez se manejan elementos que tienen que ver con la economía, la fiscalidad o la representatividad por islas y valor del voto en cada una de ellas. carburo77.JPGY todo eso está muy bien, es organización, aunque tendría que ser un segundo estadio, pero no se habla de lo esencial, y así escuchamos unas voces que celebran como gran victoria que puntualmente se haya conseguido algo más de dinero para Canarias, otras que corean la cantata de siempre, alrededor de los poderes económicos imperantes (que determinan la política por desgracia) o se establecen apuestas sin premio a ver quién es más radical, más intransigente o más aborigen que nadie. El poder establecido trata de acallar esas voces haciendo hincapié en la llamada cultura popular, y así vemos que nuestros políticos van de romería en romería, lanzado conceptos que supuestamente abonan la canariedad, que yo todavía no sé lo que es, pero que por lo visto existe.
Por defectos de estructura, por desidia de unos y por empeño de otros, Canarias quedó hace muchos años exclusivamente en manos de políticos, y hoy es la hora en la que casi nada sobrevive fuera de la política, siempre partidaria y enganchada a objetivos que dan la espalda al interés general. Por eso, entiendo que el nuevo Estatuto debe pasar por el tamiz de la cultura, solo así responderá a las necesidades de Canarias, porque es la cultura la que fija las bases de las colectividades. Su recorrido no puede limitarse a un intercambio de cromos sobre cuotas electorales o caprichos de este o aquel líder. Parece que echo las culpas a los políticos solamente, pero ya he dicho que ha habido desidia de quienes tienen la obligación de poner voz a la gente, que no son solamente los poetas y los pintores, sino también los científicos, los profesionales y entidades como las universidades o los centros de indagación de toda índole. Y es que al final, lo que ha ocurrido es que la política incide en la cultura, cuando tendría que ser necesariamente al revés. Así ha salido el borrador del Estatuto que va hacia Madrid donde necesariamente empeorará porque en cualquier parlamento estatal, tenga la composición ideológica que tenga, siempre actuará una fuerza centrípeta que tratará de embridar cualquier iniciativa que reste poder al Estado. Por eso habría que llevar un borrador mucho más ambicioso, que las rebajas vendrán con toda seguridad, sea quien sea quien gobierne en España.

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