Siempre Fachico

(Estas palabras fueron escritas para el homenaje que se le rindió al fotógrafo y amigo en la I Bienal de Fotografía de Santa Lucía el día 28 de abril).

Francisco Rojas Fariña fue una de las personas más generosas y entrañables que he conocido. Pero hoy hablo de él porque recibe un homenaje que pocos como él merecen. Porque su trabajo como fotógrafo es insoslayable, pero también tengo que hacer valer su amor a esta tierra, demostrada por su incansable trabajo para que se expandiera por el mundo la imagen que generó un sector económico fundamental para el presente y el futuro de estas islas. Si Canarias es hoy gran potencia mundial del turismo, se debe a la iniciativa, la imaginación, el esfuerzo y el talento de unas pocas personas que pusieron a funcionar la maquinaria. Una de esas personas sin las cuales nada habría sido igual fue nuestro Francisco Rojas Fariña, Fachico.

45rt7hh.JPGFue un pionero de la fotografía en Canarias. Autodidacta, porque no podía ser de otra manera, se ganó el respeto en los diversos campos de la fotografía, incluso como reportero ocasional, aunque no era esa la vía que más le gustaba. Su nombre va unido a la eclosión turística y a la promoción en el exterior de Canarias, pues en el extranjero supieron de Lanzarote por un audiovisual que llevó a Estados Unidos y Canadá de la mano de César Manrique. Y eso es solo un ejemplo, porque Maspalomas también debe mucho a la cámara de este hombre vivaz, siempre sonriente y afable, enamorado de las conchas marinas, de las rosas del desierto y de las piedras volcánicas. Tenía muchas virtudes y una sola gran incapacidad, la de crearse enemigos.
Esa enorme actividad hizo que un hombre tan sensible e inteligente como él se convirtiera con los años en un sabio. Oírle hablar siempre era una lección, y sabía que ser fotógrafo es tener una idea e interpretarla, que hay mensajes que solo necesitan una foto mientras que otros llevan tres o cuatro y los hay que necesitan un audiovisual completo. ¿Cómo se puede explicar todo el proceso de Maspalomas si no es a través de una serie muy larga de fotografías? Sabía que eso no cabe en una instantánea, y también que la fotografía de la niña quemada con Napalm en Vietnam que fue Premio Pulitzer resume todo el horror y la crueldad de la guerra. Fotografía es todo, pero para todo hay que saber. Y Fachico sabía.
Afirmaba que nunca tuvo especial interés en retratar a famosos, sino a sus amigos. Lo que ocurre es que hasta los famosos eran amigos suyos, y de esta forma tiene uno de los archivos fotográficos de grandes personajes más impresionante de Canarias, sobre todo en lo que se refiere a figuras de las artes plásticas, que es su otra debilidad, puesto que Fachico también pintaba. Decía en broma que hacía «abstracción realista», porque siempre partía de la realidad. Delante de su cámara han quedado detenidos para la historia, Martín Chirino, Francisco Morales Padrón, Eduardo Gregorio o César Manrique, al que conoció en 1945 cuando ambos, aún jóvenes, coincidieron en una travesía a La Península. He podido ver en casa de Fachico a un Manrique pletórico (nunca dejó de estarlo), en la flor de su creación, pintando sus murales del Club Náutico o de la Casa del Marino en Las Palmas de Gran Canaria, a un Manolo Millares desbordado por el blancor de la cal lanzaroteña, con sombrero y un parecido físico asombroso con su sobrino el historiador Sergio Millares Cantero, a un Pepe Dámaso con imagen de los años sesenta fotografiado junto a Elvireta Escobio, delante de una caseta de feria en Arrecife hace cincuenta años…
Son los amigos de Fachico, como también lo fueron cuantas personas lo conocieron, pues para él primero era la persona. Viendo la notoriedad y el palmarés de muchos de sus amigos, le dije bromeando que ser amigo suyo era una garantía de que algún día el agraciado sería Premio Canarias. Pero no es cierto, porque también era amigo de muchos que nunca lo recibirán, la mayoría. Aunque, para los que lo conocimos, ya es suficiente premio llamarse amigo de este hombre incansable, artista aunque él mismo nunca quiso creerlo, y maestro indiscutible de varias generaciones de fotógrafos. Yo ya tengo premio, soy amigo y admirador de Fachico y me siento muy honrado de poder expresarlo cuando se le rinde este homenaje, y casi lo veo mirándome con sus ojos vivarachos por encima de la montura de sus gafas.

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(Esta fotografía es de 2004, y fue realizada por Tato Gonçalves, el otro homenajeado en la I Bienal de Fotografía de Santa Lucía).

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