Cabezas que embisten

Rastreando posibles explicaciones a la jaula de grillos que es hoy España, recuerdo la teoría de Américo Castro, que afirmaba que España es como es porque, cuando fue invadida por los árabes en el siglo VIII, dejó de gravitar alrededor de la romanidad y el europeísmo y se circunscribió con credo cristiano al semitismo, lo que no ocurrió con el sur de Francia o Portugal, donde la invasión árabe duró menos tiempo y en buena parte de esos territorios ni siquiera existió. De ahí nace esa incapacidad para el perdón y el resabio que regurgita una y otra vez por cualquier razón, que si no existe se busca, porque es como la naturaleza del escorpión, con el añadido de la fuerza que el judaísmo siempre tuvo durante la Edad Media. Esta teoría puede mantenerse desde el discurso, pero ha sido siempre muy polémica; su aventajado alumno, el canario Juan Marichal, incidía en que a don Américo Castro se le margina en el discurso histórico actual porque «no se quiere aceptar de verdad que España existe realmente desde el año mil, y que ha sido el resultado de la coexistencia y de la lucha entre cristianos, musulmanes y hebreos; es decir, la importancia que señaló Américo Castro del factor hebreo y sobre todo de los judíos conversos».

IMG_2343rty.JPGPor su parte, don Pedro Laín Entralgo decía: «hay hombres pontificales, que unen; pero en nuestra historia y en el presente abundan los hombres hereticales, que son los que saben dividir y enfrentar y lo hacen a ciencia y a conciencia» (la segunda parte la entiendo bien). Por discursos enrevesados que no quede, pero tal vez entendamos mejor los claros versos de Antonio Machado, para explicar y entender ese espíritu guerracivilista que lleva siglos reproduciéndose, como un viejo disco de pasta rayado, que vuelve repetidamente a un punto que creíamos haber dejado atrás para siempre. El poeta dice que en España «De diez cabezas, nueve embisten y una piensa». Por cierto, la cabeza que piensa no aparece por ninguna parte, seguramente porque las nueve que embisten ya se ocupan de ocultar todo lo que lleve a pensar. ¿Será eso, don Antonio? ¿Será eso, don Américo?

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