Enciclopedistas de la ignorancia

Ignorantes somos todos, lo que pasa es que no todos ignoramos las mismas cosas.
Albert Einstein.
***

Se está extendiendo la idea de que cualquier asunto, sea el que sea, tiene solución y explicación. Se piensa que cualquier especialidad de la ciencia de la que hablemos ha llegado a conclusiones definitivas sobre lo que sea. Curiosamente, vivimos una época en la que se está produciendo el empoderamiento de la ignorancia; muchos «enciclopedistas» de documentales, Youtube o Wikipedia creen estar en la sabiduría máxima de casi todo, y nadie controla la veracidad de lo que se publica ni de lo que se dice en los medios o las redes. En esta orgía de conocimiento subrogado, hacen su agosto los libros de autoayuda, las llamadas pseudociencias y las teorías más peregrinas, que son seguidas por muchas personas porque, en el desentrenamiento general por el rigor en lo que se hace, creen cualquier cosa que aparezca en un medio o en la pantallita de su móvil. A esto se une la paranoia colectiva, que funciona sin aspavientos pero que propicia un sobresalto permanente que no se nota, porque cada día nos llegan por muchas vías advertencias sobre peligros informáticos, alimenticios, medicamentosos o medioambientales. Y esa paranoia es el río revuelto en el que se forran -o al menos sobreviven- los charlatanes de feria, que a veces hasta tienen títulos universitarios pero venden humo. Lo último es la moda del lenguaje no verbal; si ya todo el mundo cree que hay por ahí espías que nos leen los labios, ahora también saben si mentimos, estamos deprimidos con cara de risa o contentos con aspecto triste, si estamos decididos o dubitativos, si somos proclives o contrarios a lo que sea. Y lo deducen porque pestañeamos mucho o poco, apretamos el labio superior, bajamos los hombros, cruzamos o descruzamos las piernas o tenemos las manos extendidas o cerradas. Y se quedan tan anchos. Viene a ser casi como echar las cartas, nuestro cuerpo es un libro abierto.

IMG_5160.JPGPues siento decirles que no es así. El lenguaje no verbal efectivamente expresa de manera inconsciente sentimientos o actitudes. No es solo lo que se dice, sino el tono, la manera de alargar o truncar los sonidos, los gestos de nuestro rostro, las posiciones de nuestro cuerpo. Esto es objeto de profundas investigaciones, y llegar a tener un cierto dominio de la materia lleva mucho tiempo y esfuerzo en formación. Y aun así, las garantías de que esos profesionales muy especializados acierten como si fueran mensajeros de otra dimensión son a su vez motivo de debate. Es cierto que se están conformando disciplinas que sirven de apoyo en diversos campos. Pero son una herramienta más. Si a menudo un médico experto ve cómo su paciente no responde a un tratamiento que ha usado con éxito otras veces, entrar en este territorio en el que se mezclan muchos componentes inasibles resulta todavía más azaroso. Pero aparece alguien en televisión, que no se sabe muy bien qué formación acredita, y asevera toda una serie de cosas mirando un vídeo de 15 segundos de una persona; y sin arrugarse sentencia que miente porque se ha tocado cierto lugar del rostro, ha mirado hacia un lado concreto o ha movido el torso de una determinada manera. Y lo peor es que luego, en la vida real, esa paranoia colectiva hace que alguien que ha visto ese programa crea que le mienten cada vez que ve las miradas, los gestos o los movimientos de los que hablaban en televisión. Como si fuera una ciencia exacta y las personas se comportasen como mecanos.

IMG_516011.JPGNadie pone coto a esta serie de disparates, y ya empieza a estar uno hasta el gorro de tanto experto cotidiano en alimentación sana, en inteligencia emocional o en lo milagroso que es tomar infusiones de tomillo. El colmo es lo de la autoestima; llega alguien, te lanza dos gritos o te insulta sin más y la explicación es que es muy auténtico. Como decimos por aquí, efectivamente, es un auténtico malcriado (lo siento Rojas Marcos, se me subió la autoestima).

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *



El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.

En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.