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Pepe Rivero cambió las reglas del juego

Hoy se ha ido Pepe Rivero. Aparte de su bonhomía y su generosidad -cosas muy corrientes pero poco frecuentes-, siempre hemos sabido que no era uno más. No fue un periodista más, no fue un activista social más, no fue un gestor cultural más. Era distinto, preciso, especial. Todo lo hizo de forma sutil, elegante y sin aspavientos. Tenía una presencia suave, a veces difuminada por propia voluntad, pero siempre se notaba que estaba ahí, que aun a pesar suyo, quedaba siempre su sello en todo lo que tocaba. Hoy es día para estar tristes, pero no puede decirse que lloramos su ausencia, porque esta no se ha producido. Esta idea es muy socorrida cuando alguien se va, pero en este caso es verdad, porque con su manera de hacer las cosas es posible que ni él mismo tuviera consciencia de que, después de él, nada sería lo mismo. Y no va a serlo, porque su trayectoria al frente de su gran proyecto personal que fue -y es- el Museo Poeta Domingo Rivero ha cambiado las reglas del juego. 6677Celajes.jpgLo llevó adelante de la forma que siempre hizo las cosas, discretamente, sin ruido pero con voz. Se hubiera dicho que el nieto de Domingo Rivero quiso homenajear a su abuelo, tal vez porque consideraba que su obra no había tenido la proyección que merecía. Continuar leyendo «Pepe Rivero cambió las reglas del juego»

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De lo que pudo haber sido y no fue

En Canarias, la crítica literaria funciona a salto de mata, por lo que no es raro que haya nombres sobredimensionados en y otros aplastados por el olvido y a veces la mala fe. La tarea es inmensa, pero por alguna parte hay que empezar. Hora es de dejar a un lado simpatías y antipatías, deudas y camarillas. La crítica seria puede acometerse desde distintos frentes, y uno de ellos debiera ser la universidad, desde la independencia, la libertad y la obligación moral y social. Urge sistematizar con rigor el siglo XX y ya empieza a haber bastante tajo en el XXI. Poner a cada cual en su sitio es siempre el mayor respeto que puede rendírsele a quien escribe, a su obra y a la cultura de la que proviene.

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Fútbol y redes sociales

Aunque él sea el primero en no aplicar lo que dice, estoy de acuerdo con José Mourinho cuando dice que fútbol solo es fútbol. O al menos debería serlo, un juego inventado por los ingleses que ha adquirido tal notoriedad social que supera cualquier análisis deportivo. Se toma a los equipos de fútbol como banderas de no sé qué, porque rebasa lo territorial, aunque generalmente hay una identificación con el equipo que lleva el nombre de un lugar. Impresiona (y preocupa) ver cómo se echan multitudes a la calle para celebrar un campeonato o un ascenso de categoría. Es como si a esa comunidad le fuese la vida en ello, y lo hemos visto en los ascensos de muchos equipos y en la macrofiesta que se montó por todo el país cuando España ganó en 2010 el Mundial de Sudáfrica. No veo que eso ocurra con otras actividades; entiendo que la gente necesita alegrías colectivas, pero es que a menudo toma tintes que nada tienen que ver con el juego y menos con lo que debería ser un deporte.
IMG_deddee.JPGY eso no es de ahora pues el fútbol ha sido incluso el detonante de una pequeña guerra (el tamaño habría que preguntárselo a los 5.000 muertos civiles en los bombardeos) entre Honduras y El Salvador, a resultas del enfrentamiento futbolístico entre ambos países en la fase de clasificación para el Mundial de México de 1970. Hemos visto enfrentamientos terribles, porque hay grupos violentos que se amparan en el fútbol para dar rienda suelta a su agresividad, y deberían tener un poco de mesura quienes desde los púlpitos mediáticos echan gasolina al fuego. Se trata solo de un deporte, y si quieres un espectáculo, que debiera terminar cuando se pita el final de cada partido.
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