Entre los que se lo toman todo como una ofensa personal, los que elevan a categoría suprema cualquier elemento y quienes se la cogen con papel de fumar, siempre hay motivos para el debate-bronca-griterío. Ahora es la bandera tricolor de las siete estrellas verdes, que cumple 52 años, y como a algunos cualquier cosa les huele a independentismo (o les conviene airearlo), han metido una vez más a los jueces en el baile para que impidan que esa bandera ondee en edificios oficiales. Al final consiguen lo contrario de lo que pretenden (o en realidad es lo que se proponen), dar publicidad a lo que quieren ocultar y hacer que muchas personas a las que las siete estrellas nada les dicen, o no ven la diferencia entre el azul de la bandera estatutaria y el celeste de la estelada, se pongan de parte de la libertad de izar cualquier bandera, y más si se trata de un recuerdo a un momento de nuestra historia en el que tratábamos de recuperar nuestras señas de identidad. Quien más quien menos, en las parrandas ha cantado lo de la bandera tricolor, como si hubiera sido un himno inventado para esta bandera, cuando es sabido que esa era una canción que cantaban los garibaldinos italianos y también coronaba las parrandas de la Italia unificada, como se ve en una escena de Muerte en Venecia, cuando el protagonista encarnado por Dirk Bogarde es «asaltado» por unos músicos que andaban de juerga y recolección cantando la mencionada tarantela en homenaje a su bandera. Y tampoco es la canaria la única bandera tricolor. En realidad, medio mundo está plagado de banderas con tres colores, no solo Canarias e Italia.
Desde Bolivia a Francia y desde México a Rusia, hay banderas tricolores por todas partes. Y la estelada celeste canaria es una más. Como empiecen a prohibir, la gente se va a enfadar; de hecho, yo me estoy alterando, porque esa bandera forma parte de nuestra historia y la gente que la ondea merece respeto, no que le manden a los guardias. Y eso que nunca he sido un encendido defensor de símbolos que estén por encima de la vida de las personas, la tolerancia, la justicia y la libertad. Esas banderas sí que tienen tela. Así que no es hora de andar enredando en debates estériles.
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