Novela y Pensamiento: Tramunt y Junco (y II)

Luis Juncoo.JPGHay distintas maneras de enfrentarse a la escritura de una novela. La más habitual es la que, siguiendo la expresión gráfica de García Márquez, trata de coger al lector por el cuello y no lo suelta hasta el punto final. En este caso, se trabaja con esmero el comienzo, tratando de sembrar la curiosidad. Hay, sin embargo, otras maneras de acometer una narración. Una de ellas es aquella en la que quien escribe no concede un milímetro a lo fácil, y exige (no solicita) la implicación del lector, anunciándole desde la primera frase que el proceso es cosa de dos, que quien lee debe poner de su parte. Cuando solo se pretende impresionar con arabescos, laberintos y regates gratuitos, el resultado suele ser pobre, porque el lector colabora cuando entiende que la estructura que se le propone responde a una necesidad argumental, y que la novela en cuestión no es un pedante ejercicio de estilo que lleva a ninguna parte. Hay una propuesta que lleva a la reflexión, a la discusión e incluso a la oposición. Escribir así evidencia ante todo valentía y honestidad, y en el caso de las novelas más recientes de Juan Ramón Tramunt y Luis Junco unas propuestas tan posibles que pueden parecer alucinaciones, precisamente por la tendencia natural de la realidad a lo inverosímil. Diría también que en ambos casos se sobrepasa la línea de la ficción y entramos en territorio del Pensamiento con mayúscula. Por valientes, interesantes y provocadoras recomiendo que se sumerjan en ellas quienes quieren saber un poco más, no de los conocimientos aportados por los novelistas, que también, sino de sí mismos.
Y tras este proemio que vale para ambas novelas, paso a comentar la segunda:

Somos nosotros, pero más que nosotros

La división entre las ciencias y las humanidades es relativamente reciente. Solemos llamar renacentista a alguien que juega a muchos palos, pero esta concepción totalizadora proviene del comienzo de los tiempos y se alarga hasta bien entrada la Edad Moderna. La novela Entrelazamientos, de Luis Junco, participa de esa confluencia de disciplinas que son las que finalmente definen nuestra civilización, y seguramente no es baladí que el autor sea un científico de academia, porque en el mundo actual esa frontera entre lo científico y todo lo demás suele ser todavía muy rígida. Y esta novela está escrita desde una perspectiva que seguramente era la de los filósofos clásicos, los grandes padres de la escolástica o las lumbreras de la Ilustración, en cuyos albores ya empezaban a notarse las fisuras entre lo científico y lo irracional, pues es bien conocido que, cuando Newton probó las bases científicas de la descomposición de la luz en el arco iris, el poeta John Keats montó en cólera porque don Isaac había explicado el misterio. A partir de ahí, el divorcio entre la ciencia y lo irracional estaba cantado.
Entrelazamientos Junco.JPG

Entrelazamientos. Luis Junco. Editorial La Discreta. 2016. 393 páginas.

Pero fue la propia ciencia la que, al filo del siglo XX, empezó a poner sobre la mesa argumentos que hacían confluir ambos mundos. La visión totalizadora de un cosmos diverso pero interrelacionado empezó a tomar forma con Planck, Bohr o el mismísimo Einstein, y se remachó con el determinante Principio de incertidumbre de Werner Heisenberg, y luego un rosario de teorías aportadas por Von Braun, Hawking, Higg, que revolucionó la física con su propuesta de partícula elemental, sin olvidar las nuevas aportaciones de la Teoría de cuerdas. Y es en los años 70 cuando lo que llamamos ciencia empieza a enseñorearse de todo, pero ni era buena la desidia unamuniana de la ciencia ni todo lo contrario.
Aunque no lo crean, estoy hablando de literatura, porque, desde el ámbito de ciertos géneros, como el fantástico, la novela del siglo XX ha puesto sobre la mesa conceptos que estaban fuera de la literatura, exceptuando a los románticos, en los que el espacio, el tiempo, el funcionamiento de la materia o los universos paralelos se mezclan con los tradicionales Eros y Thánatos. Puede que esto tenga que ver en su funcionamiento misterioso con el amor y la muerte, que tal vez no sean un enigma sino ecuaciones mal resueltas y que hasta ahora hemos colocado en el territorio de lo mágico e incluso de lo esotérico.
Luis Junco no evita entrar en todos esos territorios, aparentemente dispares e incluso enfrentados, tratando de buscar una explicación a una serie de hechos que no tienen respuesta en los manuales de filosofía, religión u ocultismo, pero tampoco en las matemáticas, la biología o la mecánica cuántica. Y lo hace aunando todas estas miradas en el centro del universo, que desde nuestra perspectiva no puede ser otra que el ser humano, pero no unívoco y tangible como lo conocemos, sino diverso, atemporal y comunicado por fuerzas que aun estamos tratando de establecer. Entrelazamientos es el título de la novela, pero es también un concepto de la física que se maneja desde hace casi un siglo.
Puede resultar extraño que en una misma novela convivan partículas subatómicas, fantasmas clásicos e historias basadas en el dejá vu. Armar esos mundo necesita de un gran pulso narrativo, capacidad que acredita con solvencia Luis Junco, aunque al final tengamos que concurrir en preguntas que nos llevan a otras preguntas, pero después de leer Entrelazamientos muchas nociones que hasta ahora creíamos fruto de la ignorancia tal vez tangamos que repensarlas porque pueden ser el resultado del conocimiento. O no. Habrá que ver.

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(La reseña de Anturios en el salón de Juan R. Tramunt se publicó en el post anterior).

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