Solo ante el peligro, como Gary Cooper

De toda la vida se ha dicho que uno es lo que come. Nos advierten que no tomemos esto o lo otro porque tiene exceso de grasa, azúcares, o sodio, y que su consumo pone en riesgo la salud y hasta la vida por el colesterol, el cáncer o cualquier otra circunstancia que afectará al cerebro, a los músculos, a las arterias o a cualquier órgano vital. Paralelamente, nos recomiendan que tomemos determinados productos porque son buenos para el sistema cardiovascular, los huesos, las articulaciones, la vista o las glándulas del cabreo. Cuando ya casi lo teníamos todo controlado, nos salen con que los frutos secos sí pero este no si tienes hipertensión, ese tampoco porque inhibe la absorción del calcio y aquel ni se te ocurra porque influye en el IRPF. También lo aprendes, y luego viene la fruta, que no toda sirve para todo el mundo, porque andan de por medio la diabetes, las transaminasas o yo qué sé. ruletarusa 1.JPGLas legumbres y las hortalizas muy bien, a no ser que… Ahora bien, si llegamos a conocer científicamente todos nuestros parámetros vitales, alergias, intolerancias y tendencias genéticas, podremos alimentarnos adecuadamente y vivir con salud cien años; claro que alcanzar ese conocimiento nos hará invertir horas, días -tal vez años- en análisis y pruebas hasta la extenuación y una fortuna en facturas médicas.
Cuando ya -ahora sí- sabemos qué, cuánto y cuándo comer cada cosa y de qué alimentos debemos alejarnos para siempre, nos dicen que los vegetales pueden ser nocivos en alguna medida según qué fertilizantes y pesticidas contengan, que el pescado contiene mercurio, que el arroz almacena arsénico y que hay aceites de oliva virgen que se venden como tal y no lo son. Nos aconsejan, eso sí, que miremos las etiquetas, que por cierto vienen con letra ilegible hasta con lupa, porque si procede de allá puede valer pero si viene de acullá no es aconsejable. Sería necesario un informe de dimensiones bíblicas en el que se nos dijeran todas y cada una de estas cosas, y nos convertiríamos en expertos nutricionistas, endocrinos, ingenieros, biólogos y químicos; vamos que a nuestro lado Leonardo Da Vinci sería un aprendiz. Hacer la compra nos llevaría catorce horas, y haríamos turnos familiares, para ir leyendo todas las etiquetas de las diferentes marcas de un mismo producto para saber cuáles hay que rechazar o tolerar. Uno pensaba que ese era el cometido de las autoridades sanitarias, de consumo y de importación y que lo que está a la venta en un supermercado, una ferretería o una tienda de calzado es apto sin más, porque habría pasado filtros equivalentes a los inspectores de abastos y los fielatos de antaño. ruletarusa 2.JPGHemos entendido que los guardias impidan que un señor vaya vendiendo sardinas por la calle como se hacía antes porque ese alimento no ha pasado los preceptivos controles sanitarios, y ahora me doy cuenta de que hoy ir a comprar viene a ser lo mismo, y desde luego es menos seguro que las casi extintas tiendas de aceite y vinagre.
Y hay más: nos aconsejan que vigilemos si las cañerías de nuestra casa son de materiales contaminantes, si la pintura de nuestras paredes contiene más metales pesados de los autorizados, si los muebles que compramos están lacados con productos nocivos, si… Oiga, que yo de fontanería solo sé cómo se abre y cierra un grifo, y entiendo que el mueble que compro está hecho con los materiales correctos. Desconocemos si hay amenazas sanitarias en nuestra ropa, porque no sabemos qué productos químicos usaron en las plantaciones del algodón 100% que pone la etiqueta. Pero no; como todo lo que sería necesario hacer es imposible para cualquier persona normal y los poderes públicos que tendrían que controlarlo se dedican mañana, tarde y noche al show business tv, comerse el yogur del descanso publicitario, escribir sobre nuestra mesa o ponerse una camisa equivale a jugar a la ruleta rusa. Vamos, que me siento como Gary Cooper, solo ante el peligro, porque ese mundo tan seguro que nos prometieron depende exclusivamente de cada uno de nosotros y decidimos sin información. No elegimos, sorteamos. Estamos aviados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *



El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.

En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.