E-books, libros y otras hierbas

Sabíamos hace quinquenios de la informatización de enciclopedias, de la visualización por magnetoscopio de Las Soledades de Góngora y de la grabación en desfasado microsurco de vinilo de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de un tal Neruda. Después se vendieron como novedad los libro-cassettes de El Principito en la voz de Adolfo Marsillach o El maestro de esgrima leído por José Sacristán, algo que ya hizo la Disney para que los niños aprendiesen las machadas de Periquito Tragapepes (va sin segundas) y las niñas esperasen un príncipe azul, bajo laIMG_3361hg.JPG supina ignorancia de que los matrimonios morganáticos cuestan siempre una corona ( por lo menos era así en la época del cuento).
Surgen velozmente algunas preguntas: ¿Literatura y libros son sinónimos? ¿Son libros esos artilugios que debieran ser presentados en ferias audiovisuales? Y lo pregunto, no vaya a ser que el libro le haga la competencia al libro. Ya estamos hablando de Internet y del libro digital, otro avance tecnológico que las asociaciones que se dedican a gestionar derechos de autor no saben cómo manejar. Se puede dar la paradoja de que en tiempos informáticos se vendan más libros de papel que antes. Pensábamos hace veinte años que los ordenadores suprimirían gran parte del uso del papel, pero vemos que con las impresoras se gasta más que antes con las máquinas de escribir. El caso es que sigue habiendo libros en este bosque de artilugios digitalizados, aunque es posible que esto vaya cediendo a medida que desaparezcan las generaciones que no conocían otra forma de leer que en libro tradicional y encuadernado.
Y entran en la definición de libro las memorias de la exnovia de un torero, la indagación periodística, truculenta y oportunista de un asunto político o criminal que ha sonado mucho en los medios, o las recetas culinarias de un cocinero televisivo (no hace falta que sea cocinero, con lo de televisivo va bien). Y como el público al que van dirigidos estos atentados forestales no suele estar muy puesto en nuevas tecnologías, a lo mejor viene a resultar que, hasta que no se asiente el tiempo nuevo, cuando tratamos de libros digitales hablamos casi siempre de literatura, ya que los de papel que más circulan son, de momento, extensiones de la televisión. O no.

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