La furgoneta estaba atascada en el barro. Era una vieja Volkswagen de las que los hippies hicieron bandera en los años 70 y que en Canarias llamaban Cyrasa porque la solía usar una agencia de viajes con ese nombre. Tenía años, pero un motor que se refrigeraba por aire y no se rompía ni a martillazos. Eso sí, gastaba muchísimo, su carburador era un saco sin fondo, pero siempre seguía ahí, a pesar de los malos conductores, del exceso de peso y de las endiabladas carreteras de tierra por las que la metían. Y ahora tenía las cuatro ruedas enterradas en el barro. Sus ocupantes estaban cansados, nerviosos y hambrientos. No se llevaban bien, pero tenían que viajar juntos porque no había otro medio de transporte en muchos kilómetros a la redonda. Y ahora tocaba empujar, pero el tipo rubio no quería bajarse porque se le embarraban los botines nuevos, la chica pelirroja alegaba que si empujaba se le rompía la falda que le quedaba muy ajustada, el conductor se aferraba al volante y decía una y otra vez que la furgoneta era suya y que lo suyo era conducir, la muchacha de pelo castaño con coleta que había subido haciendo auto-stop argumentaba que ella no tenía que ver con los demás y que lo que había que hacer era cambiar de furgoneta. Pero no había otra, y estaba atascada. Si no se bajaban a empujar no saldrían del barro y lo pasarían muy mal, lejos de cualquier atisbo de civilización. Pero nadie se bajaba, y la Cyrasa seguía enterrada en el barro…
Hay que desatascar la furgoneta. Es una cuestión muy secundaria si el conductor suelta o no el volante, si al rubio se le pringan los botines, si a la pelirroja se le rompe la falda, si a la de la coleta no le gusta la Cyrasa. Cuando lleguen al pueblo se lavarán los botines (o no), coserán la falda (o no) y hasta puede que cambien de furgoneta (o no), pero ahora tienen que salir del barrizal. No hacerlo sería una vergüenza para la inteligencia, una burla y, lo que es peor, un suicidio colectivo. Los efectos que tenga sobre cada uno no interesan, no pensar en la necesidad común es una estupidez. Están avisados.
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