Apellidos que son nombres

Hoy, fecha de nacimiento de Neruda, también es el santo de Galdós, San Benito, pero nadie se acuerda, porque es un nombre que se pierde hacia la sonoridad de los apellidos, como le ocurre, por ejemplo, a Bioy Casares, al que tomo como ejemplo de lo que digo. Se llamaba Adolfo, un nombre corriente pero poco usado, que siempre desaparece bajo el peso de un apellido resonante. Wilde era Oscar, un nombre que ahora es premio de cine, Borges era Jorge Luis, nombre de culebrón en antístesis a su obra, que se dice siempre completo aunque en la mayoría de los escrito sólo ponen J.L.; Bioy era Bioy, como mucho Bioy Casares, casi nunca Adolfo, porque Adolfo se pierde ante un Suárez, un Hitler, o entre un Gustavo y un Bécquer. Llamarse Adolfo es como tener un nombre transparente, y el nombre es importante, imprime carácter, ya decía Wilde que es muy importante llamarse Ernesto; sí, sí, Ernesto, Oscar o Jorge Luis, y por la misma razón llamarse Adolfo necesita un doble esfuerzo.

galdos neruda.JPGSi Bioy Casares no se hubiera llamado Adolfo, sería un rostro popular, un nombre en boca de todos, un escritor de televisión aunque pocos lo hubieran leído. Todo el mundo conoce a grandes plumas que se llaman Rómulo, Alfonsina, Camilo, Rosalía, Gabo, Gabriela, Cesare…, pero es que llamarse Adolfo es como ser María, Juan, Antonio, Carmen, Miguel… (curiosamente Federico remite inmediatamente a Lorca, aunque yo conozco a otro gran poeta que también se llama Federico J. Silva). Pero con el impávido lord argentino es como si dijeran: ese es Don… Bioy Casares. Adolfo no es que no valga, que vale, y no carece de personalidad, que la tiene. Como en Galdós, el primer apellido se convierte en nombre y el nombre real desaparece. De eso sé mucho, porque en la mayor parte de lugares donde se me cita suele sonar un González Déniz, y mi nombre de pila se esfuma. Seguramente, si el argentino que nos ocupa acabó siendo Bioy, yo acabaré llamándome González, que es menos inglés y tan corriente que a los presidentes españoles se les conoce por el primer apellido (Rajoy, Aznar, Suárez) o por el segundo (Zapatero), y al único que se apellida González lo llaman Felipe. Es un juego contradictorio en el que me veo envuelto junto a Bioy Casares y Felipe González, como disparate para preguntarse hasta dónde puede llevarnos la escritura en un día de San Benito, aniversario de Pablo Neruda.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *



El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.

En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.