Esta referencia viene a cuento de las ideas reaccionarias, que parecen grabadas a fuego en las mentes de muchas personas. Repasando algunas lecturas de documentación para otro trabajo, me he tropezado con el Mariscal Montgomery de paso por el puerto de Las Palmas de Gran Canaria en diciembre de 1959 en ruta desde Sudáfrica. Montgomery era una leyenda militar desde joven. Era él mismo y su opuesto, rebelde e impulsivo al tiempo que estricto; cercano y vanidoso tenía un carisma sobrehumano, que hacía que sus tropas lo siguieran con los ojos cerrados, una especie de Lawrence de Arabia pero siempre con los pies en la tierra. Para los españoles de entonces, él fue quien derrotó a Hitler, y no entró el primero en Berlín porque no lo dejaron. Eisenhower, De Gaulle o Patton eran segundones, y los rusos ni siquiera existían, solo eran comunistas; el líder militar fue Montgomery en la misma medida que el político fue Churchill. Los demás eran meros comparsas en la memoria popular, y este héroe de la defensa de la libertad y la democracia, aparte de que estuvo en todas las guerras del Imperio británico (Palestina, Irlanda, La India, Egipto), desde el enorme prestigio que lo había convertido en una especie de rey sin corona, declaró en nuestra ciudad que tenía buenas relaciones con los gobernantes españoles de entonces y con el dictador portugués Oliveira de Salazar (contradicciones de los dioses que los mortales no entendemos). Murió en su cama en 1976, dijeron que por causas nunca aclaradas (¡por favor, tenía casi 90 años!) Leí la noticia mientras me cortaba el pelo, y el barbero se hizo eco de que durante su estancia en Las Palmas, al ver al Mariscal tan elegante, tan atildado y tan inglés, las lenguas viperinas se soltaron.
-¡Eso es mentira, el Mariscal ganó una guerra!- se escandalizó un parroquiano que solía ir de cinéfilo.
-Seguramente es mentira, amigo -no pude callarme-, pero, si fuera verdad, una cosa no quita a la otra ¿Qué me dice entonces de Julio César?
-¿Julio César? Ese era uno que salía en una película de Marlon Brando, y ya le digo que no acabó bien.
***
Y más triste es que siga habiendo tanta mente cerrada).
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