Van llegando libros a mi mesa, que acojo con un respeto reverencial porque sé el esfuerzo que hay detrás de cada uno de ellos. No quiero ejercer de crítico literario porque finalmente es el tiempo el que sentencia sobre cualquier obra de arte, pero entiendo que, para que el tiempo dictamine, es necesario que quede constancia pública de la existencia de un libro en el momento de nacer. El futuro siempre buscará referencias y eso es lo que hago, referencias, impresiones, noticias; la crítica es un campo que eludo deliberadamente porque, al pertenecer también al mundo de la escritura, seguramente corro el riesgo de ser juez y parte.
El primer libro que anuncio es la cuarta novela según mis números del también narrador de cuentos Miguel Ángel Sosa Machín, Los pies del cielo. Se trata de un autor muy comprometido con asuntos que vienen del dolor de un tiempo en el que la injusticia era la norma. Esta vez se adentra en una doble historia que se entrecruza y es a la vez testimonio de la maldad y una especia de relato negro enfocado de una manera muy particular. Esto hace que la estructura de la novela sea de una laboriosa complejidad en la escritura, que es la que hace que se lea con ansiedad, siempre buscando el siguiente recodo del camino, que nos llevará a otro y otro en una especie de montaña rusa apasionante. Recomendable para todo el mundo pero muy especialmente para quienes gusten de jugar a cómplice del narrador.
Otro libro que me ha llamado la atención es Yo, el ángel, un texto del periodista Manuel García Rodríguez. Y digo libro porque aunque aparentemente es una novela, contiene otros géneros que conforman un mosaico interesantísimo, un repaso que podríamos llamar etnográfico a las debilidades, las fortalezas y las enajenaciones del ser humano durante siglos. Es una guía para recorrer el laberinto del alma humana, en el que el ensayo filosófico encubierto, la poesía, la religión y la historia son ingredientes que convierten a este libro en una curiosa expedición a las raíces comunes de Occidente. Es un texto que piensa y hace pensar. Para muchos puede ser una sorpresa que Manolo García se meta en estas lides, pero no es tan raro si vemos su recorrido por la poesía, el cuento y el teatro. Yo, el ángel es un libro inclasificable pero muy atractivo.
El tercer título del que ahora doy noticia es Historias de amor y crueldad, de Eduardo González Ascanio, que recoge relatos de nueva creación y otros que deambulaban por blogs, revistas literarias y libros colectivos. No descubro nada al decir que Eduardo es uno de nuestros cuentistas más minuciosos, su dominio del relato breve roza la maestría. No es muy prolífico (hasta hora cuatro volúmenes de relatos) pero es uno de esos autores silenciosos que nos deslumbran en cada párrafo. Le podemos atribuir cualquier herencia porque es un lector riguroso, nuestro Borges cotidiano, y cualquier cosa que en la técnica del cuento hayamos aprendido de Poe, Chéjov, Nabokov, Raymond Carver o Cortázar está en los cuidados armazones de sus historias, con unos finales que cortan la respiración. Sobra decir que este y los demás libros de González Ascanio son como cofres con joyitas esmeradamente pulidas.
Tengo más libros de distintos géneros sobre mi escritorio, que iré pregonando a medida que me acerque a su tripas. Este año la cosecha ha sido buena y amplia, pero eso, aunque sea un placer, necesita tiempo, que afortunadamente uno siempre acaba encontrando para leer.
Un comentario en “En mi escritorio: tres maneras de contar”
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Yo, ¿he escrito un libro? Perdón, solo coincido en el nombre del autor, Manuel Garcia y Rodríguez pero, el DNI es diferente y muchas cosas más, por ejemplo la fecha en que coincidieron la nominación, y apellidos y… bueno, muchas cosas más.