Sé que llueve sobre mojado, pero los noticiarios y los periódicos se me confunden en la mente con los libros de historia y las novelas y los Episodios Nacionales de Galdós: Prim, Amadeo I, La I República… ( ¿se vislumbra La -el-de los tristes destinos?) Tanto smarphone y tanta información (interesada casi siempre) y resulta que estamos regresando al sigo XIX a toda velocidad, con el agravante de que ahora encima meten baza los de fuera de nuestras fronteras, que por otra parte no sabemos muy bien dónde empiezan o acaban.
Dicen que el sentido del humor es signo de inteligencia y comedimiento. Pero no nos confundamos, en esta España con fama de alegre, no hay sentido del humor, sino tendencia a la risotada estridente y al chiste grosero. Así que lo mismo un día de estos me hago sueco aunque Suecia no tenga Mundial ni Eurocopa. Los británicos tienen muy claro que son monárquicos, los franceses que son republicanos centralistas, los suizos que son una confederación y los alemanes que son ricos. En España… Esto daría para un monólogo jocoso si no fuera tan triste. Pero es una dura realidad que viene de lejos, y me pregunto si, por desconocerla, estamos repitiendo la historia. Un botón de muestra es el parlamento de Amadeo de Saboya cuando renunció a ser rey de España después de haber ceñido su corona durante dos años: «Si fueran extranjeros los enemigos de su dicha (se refería a España), entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación son españoles; todos invocan el dulce nombre de la patria; todos pelean y se agitan por su bien, y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible afirmar cuál es la verdadera». Y se largó por donde había venido, harto de lidiar con unos y con otros. Eso sucedió en 1872.
Aquí cada cual tira para lo suyo, que puede cambiar en un instante, hasta el punto de que, al irse el rey Amadeo, la I República española fue proclamada ¡POR UNA CORTES MONÁRQUICAS! El despiporre. Duró menos de dos años y no fueron capaces de ponerse de acuerdo en si querían una república unitaria y centralista a la francesa, una federal a la norteamericana, una que ahora llamaríamos asimétrica, o si se aliaban en federación, confederación o se atomizaban en cantones a cientos desde Sevilla a Cartagena. Los presidentes se sucedieron en cascada. Nunca hay proyectos con visión de futuro, y el ejemplo es Francisco Pi i Margall, que al ser elegido presidente dijo sin ruborizarse que no tenía programa y que no sabía qué hacer. Y lo eligieron en las Cortes porque sí o porque no, aquí nunca se sabe (sé de otro presidente que tampoco mostró su programa real y aun así lo invistieron, pero no tengo claro de qué siglo es).
Si esto no se parece a aquello es que yo soy el rey de Babia, porque al general Juan Prim, el único que quiso poner algo de orden (monárquico, es verdad) y actuó con dos dedos de frente, lo asesinaron. Le incrustaron ocho balazos en el pecho y ahora quieren saber de qué murió, no sé si por amor a la historia o sentido de la inoportunidad, otra característica de este país. Como Prim era catalán y fue víctima de una conspiración en Madrid, a lo mejor va por ahí. Lo siguiente será indagar en la tumba del Cid para saber si realmente estaba muerto cuando Sophia Loren (perdón es que el cine me pierde, quiero decir doña Jimena) lo amarró al caballo para que ganase su famosa batalla después de muerto.
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(En la foto aparece una gallina cántabra. No sabe si pedir pasaporte holandés por vivir entre vacas frisonas, mudarse a Reus porque también es descendiente de un gallo del general Prim o plantarse directamente en Berna y pedir el ingreso de Torrelavega en la Confederación Helvética antes de que Artur Mas se le adelante. Con la gallina ponedora en liza, tiene huevos la cosa).
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