Hispanidad y tres piedras

El 12 de Octubre es un exponente más de que España no tiene remedio. Cierto es que esta fecha es el símbolo de uno momento histórico terrible, pero la historia es irreversible y nada podemos hacer hoy para cambiar los siglos del imperio. De eso parecen haberse dado cuenta en América, al menos en algunos sectores, que con inteligencia tratan de partir del punto en el que estamos porque otro no es posible, a no ser que podamos dominar el tiempo. Es en España donde no se aprecia el menor atisbo de que este enconamiento (otro más) vaya a ceder, y mientras unos insisten en lo más terrible de ese pasado común otro parecen DSCN4200eeee.JPGgozarse en su memoria, que hoy es una completa inutilidad retórica. El 12 de Octubre en principio no tendría que ser una gran fecha, en realidad habría que saltársela; pero ya que se empeñan en recordarla aquí y allá, habría que centrarla en las lenguas que habla esa inmensa comunidad, aunque sea el español-castellano-hispanoamericano la única común, lo que que no hace menores a las demás. En realidad tendríamos que utilizarla como puente para entendernos también en las otras. Fue la lengua del imperio, pero ya no hay imperio (al menos aquel del que hablamos), y la amistad, la alegría, el amor y el dolor también se expresan en quetchua, jakalteko, guaraní, mapudungun, miskito y muchas más lenguas a un lado y otro del océano. Pero es que ni siquiera tratamos de entendernos en las lenguas de España, y volvemos a mover la noria del enfrentamiento con argumentos que dan risa por lo infantiles y miedo por lo peligrosos. Jugamos con fuego, muchas veces por intereses políticos, por arañar unos minutos de telediario o un puñado de votos. En lugar de fanfarrias militares, no estaría mal que juntos nos pusiéramos a recitar a Garcilaso, Rubén, Quenpul, Rosalía, Bernat Etxepare, Lorca, Spriu, Chaska Anka Ninawaman y tantas y tantas voces que claman la cordura y la convivencia. Es que a estas alturas estoy hasta el cuello de unos y de otros, porque lo único que hacen es sembrar desconfianza y alimentar el conflicto.

2 opiniones en “Hispanidad y tres piedras”

  1. Sí, España es un país de enconamientos, de rencores y susceptibilidades, un país acomplejado que se odia a sí mismo. Muy buen artículo.
    Cualquier día es bueno para celebraciones. Hoy podríamos celebrar tantas cosas:
    -Podríamos celebrar el descubrimiento del Nuevo Mundo. Si no lo descubren los unos lo habrían hecho los otros, la sangre del indio desnudo contra el bárbaro acorazado habría fluido inevitablemente, la Historia no se cansa de mostrarnos el abuso de fuerte contra el débil, ni se cansará. Los mismos vikingos llegaron unos siglos antes y el encuentro de civilizaciones acabó a hachazos. La viruela, la sífilis y el tabaquismo habrían sabido encontrar su camino, a las plagas les importan un carajo nuestros estúpidos prejuicios y banderas.
    -Podríamos celebrar la esfericidad de la Tierra, la diversidad de la especie humana y su cultura, que todos los seres humanos somos iguales aunque parezcamos distintos, que derramamos la misma sangre cuando se nos hiere, que todos sentimos dolor y sabemos reír, que todos, sin excepción, conocemos el significado de la alegría y la tristeza.
    -Podríamos celebrar la reconciliación de los pueblos, porque hoy ninguna persona viva tiene culpa de lo sucedido hace 500 años, porque, de esa época, ningún canalla sediento de oro y harto de crueldad ha evitado su encuentro con la Muerte. Podríamos consolarnos con el tesoro de una lengua común para compartir nuestro conocimiento y nuestro sentir, para construir juntos el futuro y apartarnos de las inútiles obsesiones del irreversible pasado.
    -Podríamos celebrar que “los españoles son muy españoles y mucho españoles”. O por lo menos que esta tierra con la que muchos sueñan, muchos que huyen de miserias y guerras y hasta apuestan su vida con el mar, es un lugar de olores y sonidos familiares, donde nacimos a la luz y la vida, donde desarrollamos nuestra existencia y descubrimos nuestra dignidad, que esta tierra nuestra es el hogar de la familia de familias, la colectividad donde se respira nuestra cotidianidad, el pasisaje donde se hunden nuestras raíces y nuestros recuerdos, donde amamos las presencias y nos duelen las ausencias.
    ¡Qué pena de país que se niega a convivir!

  2. No comento su comentario, D. Emilio, solo escribo sobre el motivo base. Nunca, he llegado a comprender por qué los españoles, se han afiliado a celebrar una invasión llena de violencia, muertes, robos… Los «indianos» también se han mostrado sorprendidos por esta «fiesta». Lo que más me sorprende es que España el hecho de la Conquista -previo Descubrimiento- lo celebre y, se salta, que las Islas Canarias fué el ensayo de la acción invasora, y usó a los Canarios hasta en la fórmula de enseñarles a hablar el castellano.
    ¡Ah, y la Hispanidad me trae a la memoria, a un Sr. comentarista del hecho! (D. Bartolomé de Las Casas??).

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