Las imposibles «Lolitas» de hoy

Aunque con sordina, no ha pasado desapercibido el 60 aniversario de la publicación de la novela de Vladímir Nabokov Lolita, y entre lo poco que he visto me ha llamado la atención que el filósofo Manuel Cruz se pregunte si hoy se podría publicar una novela así. Para mí, las respuesta es tajante: NO. Y es posible que se publicara pero a quien la firmara lo harían pedacitos para toda la eternidad por inmoral. En realidad estamos como estábamos, solo que ahora todo se reviste de una pátina de hipocresía. Pensamos que los grados de libertad conseguidos van parejos con las fechas del calendario. Al contrario, contando con los poderes establecidos (hubo casi siempre censuras políticas y religiosas por parte de los organismos competentes), vieron la luz muchas obras que hoy generarían un escándalo tan terrible por políticamente incorrectas que posiblemente ninguna editorial osaría publicarlas, y quienes las firmaran serían perseguidos hasta las Puertas de Tannhäuser y más allá. Todo cambió cuando llegó el rutilante siglo XX, el del progreso, pero también el de la propaganda mediática, el silencio como escarmeiento y los campos de exterminio. Nadie se atrevería a ponerse hoy en el disparadero escribiendo obras como el Otelo machista y violento que mata a Desdémona por celos; o a buscar a una novia en el más allá, pues Dante no tendría muy buena opinión de su amada Beatriz cuando fue a buscarla al infierno; o las libertinas memorias de Casanova o el Marqués de Sade; o incluso el mismísimo Quijote, un libro sexista, xenófobo, fundamentalista religioso, racista y no sé cuántas cosas más. Cierto es que muchas de estas obras son hijas de tiempos con pensamiento social diferente, pero (por fortuna y ojalá que por mucho tiempo) permanecen porque nadie lanza por miedo al ridículo la primera piedra contra la historia. Y no son solo los poderes al uso los que hoy cierran puertas, el bloqueo viene a menudo de instancias supuestamente progresistas. Llueven las censuras aparentemente invisibles.

Lolita60.JPGYa en el siglo de la ciencia y la tecnología, D. H. Lawrence tuvo que publicar El amante de Lady Chaterley en una pequeña editorial de Florencia en 1928, porque su Britania natal no aguantaba tanto erotismo (no se publicó en el Reino Unido hasta 1960). París siempre fue un oasis (ahora ya es igual que todo), que permitió que Oscar Wilde publicase sus obras prohibidas en Gran Bretaña, que permitió nacer obras de Henry Miller y más tarde hasta la propia Lolita de Nabokov, publicada en una pequeña editorial parisina de literatura erótica. Nabokov es «el hombre del 20»: vivió sus primeros 20 años en Rusia de donde tuvo que marcharse huyendo de la Revolución Bolchevique (era de familia noble, carne de paredón); pasó su segunda veintena en Europa Occidental y, huyendo del nazismo, tuvo que irse a Estados Unidos, de donde tuvo que irse a los 60 años (otros 20) amargado por el escándalo que se montó con la publicación de Lolita. Se fue a Suiza, y ya no se movió porque no llegó a completar otra veintena (murió a los 77 años). Otra curiosidad paradójica de Lolita es que fue escrita en inglés por un ruso y se publicó por primera vez en francés. La moraleja de todo esto es que posiblemente las Lolitas, Otelos, Quijotes y Divinas Comedias de hoy nunca saldrán de los escritorios, o incluso puede que por hastío ni siquiera se escriban. Y es una lástima.

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