Grecia, Alemania y los colaboracionistas
Hace 25 años, cuando Alemania se reunificó, escribí un artículo en el que la expresión «Europa capital Berlín» hizo que pusieran el grito en el cielo los que argumentaban que esta Alemania era diferente, que era la que surgió con Adenauer y se consolidó con Willy Brandt, tan guapo, tan rubio, tan socialdemócrata, tan Ostpolitik. Mi teoría es que desde el Sacro Imperio (año 800) hasta nuestros días, Alemania siempre quiso reproducir el imperio romano, dominar Europa, y lo consiguió casi de forma permanente en buena parte del continente, rivalizando para el resto con España, Inglaterra, Francia, Suecia y Rusia, tiñendo de sangre y miseria muchos recodos de la historia común. Siempre resurgía y volvía a las andadas, y mi teoría de entonces es que, si en 12 siglos siempre fue igual, no veía por qué los alemanes iban a cambiar ahora. Lo intentarían de nuevo. Me dijeron que no era posible, su ejército estaba controlado y dentro de la OTAN. Dije entonces que no necesitaba tanques, le bastaba con el Bundesbank. Lo del euro ya fue servírselo en bandeja, el caballo de Troya de mezclar en una sola moneda marcos que valían 18 francos, 167 pesetas o 200 escudos. Sin mover un euro, es verdad que entramos en un escenario muy por encima de nuestras posibilidades. Suecia, Dinamarca y Gran Bretaña no tragaron, y así les va.
Lamento haber acertado, y otra vez Europa vuelve a ser la de Otón I, la de Carlomagno, la de Juan Sin Tierra con Inglaterra jugando al desmarque, la de las guerras de religión de Carlos V, la del poderoso imperio alemán, hecho cenizas y vuelto a resurgir más de una docena de veces. Y al fondo, el Vaticano, tan rico y piadoso, protegiendo el dinero y liderando las políticas de apaciguamiento que históricamente han fortalecido a Alemania. Por eso no me sorprende lo que hoy ocurre con Grecia, porque cuando el hombre descubrió el acero lo primero que pensó es en templar una espada, y cuando aprendió a volar construyó antes un bombardero que un avión de pasaje. Y es que seguimos siendo igual de crueles que los caldeos, tan brutos como los vándalos, sanguinarios como los mongoles y más vengativos que los hunos. Cuando tienen la moneda más fuerte van a estrangular al otro. Mientras Grecia se asfixia, da pánico la icónica expresión de furia destructiva que airean ante los medios la canciller y el ministro de finanzas de Alemania, con palabras crueles y amenazadoras que van más allá de la economía y son claramente política de dominación (no quiero usar palabras más fuertes). Ya no son tan angelicales como Willy Brandt. No entro en los detalles de cómo Grecia ha llegado a esta situación, y seguramente llevan años de gobiernos manirrotos y desorganizados, cómplices del desastre. Buen beneficio han sacado los prestamistas. Lo de Grecia vale para el resto de los maltratados países del sur europeo, y ya deberíamos tener muy claro que el colaboracionismo de sus clases dirigentes es una forma de traición.