Déjà vu, otra vez política de oficio
Después de escuchar con atención el discurso de investidura de Fernando Clavijo, candidato a la Presidencia del Gobierno de Canarias puedo afirmar que es posible estar hablando 65 minutos sin expresar el más mínimo atisbo de concreción. En realidad es el mismo discurso de siempre, y nunca sabremos si el gobierno que tenga que materializar ese discurso cumplirá o no, porque se desconoce qué es lo que se ha prometido. Por hablar solo de sectores que conozco, es muy musical llenarse la boca con que habrá una educación que consagre los principios de equidad, que las universidades deben tener mayor protagonismo social o que la Televisión Canaria ha de poner en valor nuestra cultura, porque suena muy bien en Teobaldo Power, pero no es un estreno, es la misma canción de hace cuatro, ocho, doce años, de la que nunca hemos sabido el significado de la letra. El mismo déjà vu cada cuatro años. Ah, sí, se habla de un Plan Canario de Cultura y de un Consejo Canario de la Cultura, que los iniciados seguramente conocerán, y de los que los pobres mortales esperamos que no sean coartadas para acomodar compromisos y atender clientelismos. Como la media docena de discursos de investidura anteriores, también promete acometer leyes de Bibliotecas, Archivos, Mecenazgo y Patrimonio Histórico y Cultural (en caso de ir juntas, deberían poner también la receta del bienmesabe, para completar).
Y en esa línea ambigua movida por la inercia son tratados todos los demás sectores. Si he de ser sincero, no esperaba el discurso de Martin Luher King, aunque en el momento actual era una ocasión de oro para que pudiéramos hacernos la ilusión de que Canarias va a recibir de verdad un impulso diferente, al menos un impulso. Este pacto de gobierno es como un matrimonio de conveniencia, que se ha sabido desde que se conocieron los números de la noche electoral. Es como una ensoñación veraniega: las cosas son así porque así han de ser, es la costumbre, consejería de más o de menos, y que se hace con una desgana intelectual y política que roza la falta de respeto a la ciudadanía y que solo sirve para repartir las canonjías y cubrir las formas. No hay nervio, no hay combustible, no hay empuje. Por no haber, ni siquiera hay ideas (pensar en ideologías ya sería para nota). Ojalá me equivoque, y entonces será un gozo tragarme estas palabras, pero si no enseñan algo más lo que se está viendo es que se hace política de oficio. Señor Clavijo, ya que no lo han bendecido los dioses con el don de ilusionar con la palabra, por favor, convenza con los hechos, no permita que perdamos otra legislatura sin rumbo ni proyecto. Suerte.