Política profesional
Se supone que la política no es una profesión, sino que las personas que acceden a puestos de responsabilidad pública lo hacen porque son elegidos entre sus conciudadanos o porque quienes han sido elegidos deciden por delegación de la soberanía del pueblo que tal o cual persona es la idónea para desempeñar una función necesaria para la colectividad. Pero resulta que no, que el sistema de partidos políticos, fortalecido adrede por la Constitución de 1978, ha originado nuevos centros de poder, que se mantiene por el sistema de listas cerradas, y de esta manera hay profesionales de la política, que no están en un cargo circunstancialmente como un paréntesis de su vida en la que aportan su talento a la sociedad, sino que se acostumbran a representar más que a ser. Ese es el motivo de las puñaladas por un puesto en las listas electorales, porque hay gente que si dejase la política no sabría qué hacer ni a donde ir. La pregunta que me hago es si las nuevas fuerzas emergentes van a repetir el mismo esquema de profesionalización de la política, o mejor dicho, de la representatividad política.