Publicado el

Rajoy, el hombre del siglo

Mariano Rajoy va camino de convertirse en el hombre del siglo, si es que ya no lo es. Lo que no sabemos de qué siglo, aunque todo apunta al XIX, cuando lo normal era el caciquismo, el abuso de poder y la custodia de las costumbres sociales, religiosas y económicas de siglos aún más anteriores. Como ahora. Con ese aspecto distante y soso y esa barba blanca cuidada podría pasar por cualquier patricio del partido conservador en tiempos de Cánovas, o incluso antes, Y digo que va a entrar en la historia por su generosidad política, porque ha trabajado a destajo para que otros crezcan. Circula por ahí una chanza en la que Pablo Iglesias imagenfgh.JPG(el de ahora, no el del siglo XIX) le entrega el carnet de socio de honor de Podemos, porque ha hecho más que nadie para que la nueva formación aumente por minutos sus apoyos. Por su parte, los independentistas catalanes también le deben mucho, desde la presentación del recurso de inconstitucionalidad del Estatuto en tiempos de Zapatero, hasta el boicot al cava de aquel otoño que en Cataluña recuerdan con emoción, sin olvidar su enroque en cuatro frases que repite sean cuáles sean la situación o la pregunta, sus silencios, su mandatos a la Fiscalía General del Estado o sus recurrentes pedidas de auxilio al Tribunal Constitucional, que en este asunto es quien ha tomado decisiones, en su caso jurídicas por ausencia de las políticas. Estoy convencido de que si los catalanes quieren conseguir finalmente la independencia deberían hacer campaña para que Rajoy sea reelegido, pues en un par de años más hasta los del PP catalán y los de Albert Rivera acabarán deseando la independencia, porque llegará un momento en que su condición de catalanes ofendidos estará por encima de la de leales españoles. Y en el centro de la Plaza de Cataluña elevarán una columna de agradecimiento con la estatua de Rajoy en la cima, como la de Nelson en Trafalgar Square.

Publicado el

En La Moncloa hay fotofobia crónica

Los sucesivos gobierno que ha habido en España en las últimas cuatro décadas, supuestamente democráticos, padecen un problema ocular: fotofobia subtropical crónica. Tienen los ojos adaptados a determinado tipo de luz, y ven nítidamente todo lo que venga del norte, pero cuando muiran hacia el sur les pasa lo mismo que a aquellos carretes fotográficos de antaño que solo estaban preparados para fotografiar Europa.
imagenttt.JPGCuando algunos canarios llegan a La Moncloa, se contagian inmediatamente dle virus y ya ni siquiera vislumbran lo que aquí se les hacía muy evidente. Les importa poco lo que suceda en esta zona, y así se permitió cambiar el mapa en los años setenta, con la cesión (porque fue una cesión) del Sahara a Marruecos, disfrazado el asunto de acuerdo tripartito (noviembre de 1975) en el que también hacía de comparsa Mauritania. Esto afectó a la seguridad de Canarias, a las pesquerías, sin olvidar los conflictos en los que Canarias se ha visto envuelta, y la expulsión de los saharauis de su territorio. A los gobiernos que en La Moncloa han sido y son se les hace de noche desde que pasan del Estrecho hacia el sur, porque ya vemos cómo están gestionando las fronteras de Ceuta y Melilla. Ahora se empeñan en hacer prospecciones petrolíferas, que haya petróleo o no va a afectar al ecosistema marino y a muchos de sus seres vivos. Aunque hubiera la seguridad al cien por cien de que nunca habrá vertidos que nos arruinarían definitivamente, las prospecciones por sí mismas infligen un daño al planeta de dimensiones terribles. Aparte de eso, en La Moncloa tampoco ven que las posibilidades de las energías renovables en Canarias son magníficas, y lo que hace es gravarlas. Siempre se basan en la sacrosanta legalidad, como si ley y justicia fuesen sinónimos. Nunca lo han sido, no olvidemos que en tiempos pasados hasta la esclavitud era legal. Y ahora, 39 años después del Acuerdo Tripartito de Madrid, en La Moncloa siguen padeciendo fotofobia que les impide ver el sur con claridad. Si fuese adrede estaríamos hablando de maquinación destructora, maldad y traición, pero seguramente es a causa de la enfermedad.

Publicado el

Los Trasmallos de Santiago Gil


zzzzSantiago gil 1.JPGNo es esta la primera vez que digo que soy de la opinión de que nadie que no sea poeta podrá escribir nunca una buena novela, y lo digo por esa línea divisoria que suelen trazar los críticos y las modas editoriales entre poetas y novelistas. La literatura necesita de una mirada especial, justamente la mirada poética, y esa la tienen todas las grandes figuras de la novela aunque nunca hayan publicado un solo poema. Tampoco estoy de acuerdo en que se empieza escribiendo poemas, se sigue con el cuento y se acaba en la novela. Cada uno de los géneros tiene vida propia, aunque, como ya he comentado, la literatura es una, y no se define por la forma ni el género, sino por la mirada. Y en eso se diferencian las obras que son literatura de las que no lo son.
Santiago Gil es un escritor que ha conseguido saltarse todas estas convenciones; desde sus comienzos literarios ha simultaneado los géneros sin miedo y por ello hay que considerarlo escritor, sin más, porque la mirada poética es siempre la misma. Esto que digo se nota más en unos novelistas que en otros, y Santiago es de los que se delatan muy poético en sus novelas y relatos, que van siempre al detalle, a veces casi a lo microscópico, con un enfoque vital a lo Antonio Tabuchi, que es capaz de hilvanar un relato con las sensaciones de la bajada de una escalera.
zzzzSantiago gil 2.JPGTengo ahora entre las manos su más reciente poemario (no digo el último porque es seguro que habrá más), Trasmallos, y como señala acertadamente Pepe Junco en el prólogo, es un poemario rabiosamente humano. Es como si Santiago Gil navegase por el mar de la vida cotidiana en un submarino, con el periscopio siempre emergido, fotografiando cada movimiento que surge a su alrededor, en el mar, en los morros de la costa y en el cielo.
El término marinero del título no es baladí, porque su mirada es como un arte de pesca que nada deja escapar, y adivinamos detrás de cada poema una historia que ha entrado por el periscopio madrugador del poeta. Trasmallos es libro de poeta, pero es también la constatación de que las fronteras entre géneros son solo convenciones. Si detrás de un poema, un cuento, una novela, no hay una voz propia y una mirada insomne, no hablamos de literatura. En este libro, el Santiago Gil-poeta nos lleva de la mano a la vida, desde lo más terrible y sonoro hasta lo más leve y volátil. Y lo hace con poesía pura, la de un escritor que, afortunadamente, desprecia los límites.

***
(Trasmallos será presentado esta noche -jueves 13- en la Sala Ámbito de El Corte Inglés de la Avenida Mesa y López de Las Palmas de Gran Canaria)