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Hagan política, ¡siéntense a tomar café!

Como en los siguientes renglones voy a cargarme media docena de pensamientos únicos, para que quede claro digo que Cataluña tiene derecho a decidir, y si es anticonstitucional que se cambie la Constitución, pero ya es hora de que todos sujeten la lengua y la utilicen para dialogar, y de paso denuncio y critico la cerrazón e intransigencia celtibérica del gobierno del PP y sus corifeos en este asunto.
La hipocresía del mundo es espeluznante. Han sido capaces hace unos años de retirar del mercado un modelo de muñeca Barbie porque por lo visto daña la imagen de los judíos, pero no retiran a Netanyahu, que ese sí que da mala imagen a los israelíes que quieren vivir en paz. Se me erizan los pelos cuando escucho la palabra patria, porque inexcusablemente conduce a la guerra. Las patrias sólo existen para matar y morir por ellas. Alguien ha dicho que la tercera guerra mundial será un choque de civilizaciones; pues ya la hemos empezado, y la verdad es que la mayoría no sabe en qué lado está, porque la mayor parte de las veces otros deciden por nosotros. Ahora resulta que España está en guerra, lanzando misiles desde Turquía sobre no sabemos muy bien quien y con qué propósito, porque casi nunca nos dicen la verdad. No soy antisemita, ni antiárabe, ni antinada, pero sí que soy contrario a la violencia, a la intransigencia y a la manipulación. Por lo visto hay que militar en un pensamiento único (hay varios, una contradiccón que haya varios «únicos», pero los hay)), porque existen determinadas corrientes que pregonan que las cosas son de una manera y solo de esa manera. Un representante del nacionalismo vasco decía en la radio que Euskadi sueña con un status similar al que Escocia tiene en el Reino Unido. Pues resulta que Escocia no tiene policía propia, no administra su hacienda ni tiene otras transferencias que sí disfruta Euskadi.
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Pero siguen cabreados, y ya me estoy cansando de esos anatemas políticos que muchas veces se fundamentan en medias verdades o directamente en mentiras. Hay que medir mucho las palabras cuando se habla de los derechos de los escoceses, de los catalanes, de los vascos, de los corsos o de los sardos. Huy, eso es tabú, es sagrado, y ya me tocan las narices los «pueblos elegidos» a los que todos debemos sagrado respeto, mientras ellos pueden decir -y a veces hacer- lo que quieran porque tienen derechos sobrevenidos de una fuente ignota para. Sobre Extremadura, Aragón, Bretaña, El Algarve, Canarias o Asturias se puede decir -ellos también- lo que a uno le apetezca; no pasa nada, no se aofende a nadie. Y me están llamando asesino vez que desde alguna de estas comunidades que se han colgado el cartel de víctimas criminalizan a esa entidad que llaman España por sus pecados históricos y su imperio levantado -como todos los imperios que ha habido y que habrá- sobre sangre, sufrimiento y genocidio; Colón no habría firmado las Capitulaciones de Santa Fe sin el apoyo de influyentes personajes de la Corona de Aragón, y que hubo muchos catalanes destacados en la conquista y colonización de América no es ningún secreto; y de los vascos otro tanto, desde Urdaneta, hasta Lope de Aguirre, sin olvidar al osado navegante y descubridor Juan Sebastián Elcano. Es decir, las culpas americanas no son solo de los extremeños Pizarro y Cortés, que para allá fue todo el mundo a buscar la gloria y la fotununa, y si había que cortar algunos gaznates, pues se hacía en nombre de las grandes palabras. Y es verdad que Franco no fue muy amable con vascos y catalanes, pero, que yo sepa, en Málaga, Badajoz, Asturias o Galicia tampoco repartía caramelos. La dictadura la sufrimos todos, y hubo gente de todas partes entre las víctimas y entre los verdugos. Y es que me estoy cansando de ser un sádico opresor asesino y depredador histórico en guerras y tiempos anteriores a mis tatarabuelos solo por no ser vasco o catalán.
Y como ya lo he dicho todo, insisto en que se sienten a tomar café y a hacer política de verdad. Es el momento de que demuestren eso que ustedes llaman «altura de miras» y se olviden de las trincheras mentales. Es que entre unos y otros nos están metiendo a todos en un buen follón.

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Aplíquense el cuento

imagenr56.JPGEs innoble hurtar a Roma los tributos del pueblo y asesinar a los más pobres en nombre del Imperio. Los denarios son para sanar a los plebeyos que esperan en la escalinata del foro; con esos sestercios se habría evitado mucho sufrimiento; esa plata con la efigie del César estaba destinada a levantar acueductos, construir calzadas y enseñar a los jóvenes la ciencia de Ptolomeo, el derecho de Ulpiano y los versos de Horacio. Lo que hacéis es asesinar en nombre de Roma, y es el más grave crimen; lo es también robar los tributos del pueblo o utilizarlos en los fastos del «circus maximus» mientras haya miseria. ¡Ay de Cicerón, cuando llegue al nuevo al Senado, si predica el silencio, también será cómplice! Nada han de temer los honestos tribunos y procónsules de otras otras diócesis, Roma se salva cuando prevalece la justicia, caiga quien caiga, sea un soldado, un decurión, un patricio o el César. Y si llegare Cicerón a practicar el silencio cómplice, también pagará, aunque sea en otra moneda.

Rajoy, Sánchez, Iglesias, Mas, Clavijo… ¿Oyeron chiquillos?
Pues aplíquense el cuento.

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Los maquinistas del tren del futuro

El profesorado tiene en sus manos, después de los padres, las primeras orientaciones que recibe el ser humano sobre el mundo en la que luego tendrá que sobrevivir. Tan sólo por eso, la sociedad debiera preocuparse de que estas personas que tanta responsabilidad soportan estuvieran en condiciones laborales, sociales, humanas, técnicas y psíquicas óptimas, pues de ello depende en gran medida el éxito de la educación. Esa es la exigencia irrenunciable de cualquier sociedad, y es por ello que el profesorado recibe e todos los estamentos presiones que a menudo resultan zzzztrennnnx.JPGinsoportables, puesto que se le exige responder a situaciones cuyas soluciones están fuera de su alcance, y siempre está a la espera del próximo boletín oficial o la siguiente circular. Al profesorado se le dan hechos consumados, y junto a la complejidad de las sucesivas reformas, se le carga con la responsabilidad de lo que tienen que hacer (o dejar de hacer) otros. Dicen en África que para educar a un niños es necesaria toda la tribu, pero aquí el resto se inhibe (o estorba) y por ello a veces la presión puede sobrepasarle. Los cambios se hacen por razones ideológicas y siempre de arriba hacia abajo, sin contar con el profesorado. Los docentes se sienten amenazados por todas partes, sin respaldo social e institucional y sin autoridad moral porque cualquier soplagaitas se permite juzgarlos cuando aparecen estadísticas referidas la educación. Así, es imposible que la educación en su conjunto funcione. Y sin educación de calidad no hay futuro. Los profesores y profesoras son los maquinistas del tren, los agentes más imprescindibles en este cambio, pero cada vez les aprietan más los nudos con que los atan. La tribu se desentiende pero exige. Los políticos practican el electoralismo con la enseñanza, y se empeñan en hacer de ella un escudo de su ineptitud. En el tren de la educación -el del futuro- no tratan bien a los maquinistas.