La propiedad intelectual es el pariente incómodo del patrimonio humano, porque si una familia tiene cualquier tipo de propiedad, esta pasa de generación en generación, y así hay ricos de cuna cuya fortuna se remonta a prebendas reales antiquísimas, o a un patrimonio forjado por un retatarabuelo. Siempre será heredado per secula seculorum, pero si una persona dedica su vida a escribir novelas, pintar cuadros, hacer películas o fotos o a componer música, la propiedad intelectual sobre esa obra vence a los sesenta años de la muerte del autor, y pasa a ser de dominio público. Es decir, que si yo me dedico a los negocios y me hago rico, mis tataranietos recibirán su parte, pero si realizo una actividad creativa, ese patrimonio tiene fecha de caducidad. Así, los herederos de un Mozart, un Dickens o un Velázquez pueden estar pasando hambre mientras la música, los libros o las imágenes creadas por sus antepasados generan cuantiosas sumas de dinero en la industria y el comercio de estas creaciones. Ya sé que hablamos de dos o tres siglos atrás pero es que hay ducados y cortijos que vienen de hace quinientos años e incluso más.
Y eso es injusto, pero nada se puede hacer porque por lo visto la propiedad intelectual forma parte de una mancomunidad general, y todo el mundo se cree con derecho a usarla sin pagar un céntimo. Alguien que piratea un libro, un disco o una película vía on-line, previamente ha comprado un ordenador o un móvil, paga la factura del operador telefónico que le da conexión a la red, la de la electricidad con que funcionan los aparatos, la bombilla que le da luz, la silla donde se sienta y la mesa en la que descansa su teclado. Y eso le parece lógico, porque si no lo acusan de ladrón o simplemente le cortan la línea telefónica o la electricidad. Cuando se le dice que los contenidos que consume tienen una autoría y un esfuerzo detrás y que por ello debe pagar, pone el grito en el cielo con lo de la cultura libre y el capitalismo salvaje de quien quiere cobrar por su trabajo, que es tanto como decir que el panadero es un ladrón fascista porque quiere cobrarle el pan.
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(La foto La Luna equilibrista ha sido cedida gentilmente por Coca De Armas Fariña).
Un comentario en “El panadero y la propiedad intelectual”
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Muy bien dicho.
La mayor ironía de la gente que piratea sin rubor es que pretende que los creadores sigan creando para que ellos puedan seguir pirateando.
Luego les preguntas si ellos trabajarían gratis, y ponen el grito en el cielo. No se dan cuenta de que es eso precisamente lo que esperan que hagan los creadores, trabajar gratis para que ellos disfruten.