Con motivo del Mundial de Fútbol, he vuelto a comprobar que finalmente vivimos en el mimetismo inducido de las sociedades tribales de las que procedemos. Comentaba J.J. Armas Marcelo la rabia con que los jugadores brasileños entonaban la letra de su himno nacional, y escenas similares hemos visto con los jugadores de Colombia, México, Argentina… No crean, también ponían énfasis guerrero las selecciones europeas, y me llamó especialmente la atención la concentración casi de samurai que exhibía el jugador Karim Benzema, francés de Lyon con ascendencia argelina. Al sonar el himno francés, su expresión en trance mientras deletraba La Marsellesa me recordó la entrega con que cantaba el mismo himno la alcohólica clientela del Café de Rick en la película Casablanca. Y es que el equipo rival en cuartos de final era Alemania, como en aquella África francesa ocupada, pero esta vez no estaban enfrente el Mayor Strassen y sus taimados oficiales de la SS, sino unos deportistas que simplemente querían jugar un partido de fútbol.
Esa entelequia patriótica que se arroga la representatividad de todo un país me provoca escalofríos, porque por lo visto el honor patrio está en si entra o no la pelota. Las valoraciones son tremendas, contradictorias y hasta cómicas. Cuando un tercermundista Brasil ganaba un Mundial detrás de otro, decían que eran la incultura y la pobreza las que empujaban a los brasileños a convertirse en artistas del balón. Cuando ganó España era la constatación de que somos fuertes y que esa victoria nos haría salir de la crisis (?), y ahora que ha ganado la rica y poderosa Alemania se explica porque son deportistas preparados en un país próspero y organizado. Y todo eso es mentira, es fútbol, un juego de pelota en el que el ser humano ha ido metiendo la mano hasta politizarlo, porque no se entiende que Messi fuese considerado por la FIFA el mejor jugador del Mundial (Balón de Oro) y luego no figure en el equipo ideal del campeonato. Así que, esos ataques febriles de patrotismo futbolero me dan risa por lo ridículos y miedo porque delatan lo cerquita que estamos del sentimiento de tribu que creemos superado. Y ese sentimiento, convenientemente manipulado, siempre ha costado sangre. Por eso no me gusta.
Un comentario en “El peligroso sentimiento de tribu”
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Bueno es cierto todo lo que dices, para los tercermundistas ser dueños de «Algo» es mucho, Brasil, Argentina, con un Messi que aparecía y desaparaceía, para ellos es su orgullo, para nosotros fue Sudáfrica, y Europa, la que conquistó y los dejó en tercer mundistas son los campeones, pero de apuestas millonarias, en Paises Asiáticos se libra otra competición de millones y apuestas.
Y no es que los árbitros estén o no comprados, a mi se me escapa en este juego de diseño como un Argentino le abre la cara a un Alemán, motivo de sanción tarjeta roja expulsión y penalty, y mira hacia otro lado.
Sale con la cara llena de sangre, le dan uno o dos grapazos y vuelve a salir el aleman, y el argentino pasaba por alli. No sé de muchas cosas, pero si veo como todo está a favor de que gane Argentina y ni así lo consigue.
Luego ese balón a Messi no sé por qué , porque si nos ponemos como son ellos, Cristiano se merecía más ese balón de oro.
Pero no es honor ni deporte es avaricia, en un mundo de pobres.
A mi me sigue gustando La Roja y me fijaba que Sergio Ramos al sonar nuestro himno siempre mira al cielo, muchos jugadores lo hacen….no sé si piden al cielo un milagro, los nuestros en seis años no lo necesitaron, hasta el anuncio de Romario, del que tengo un autográfo, que le manda la mala suerte a Maradona, nada, hacen al deporte una actividad de riesgo entre mafias asiáticas.
Y los balones no están llenos de aire sino de millones…