Los jefes (¿Quién manda aquí?)
En cada momento de la historia las claves son distintas. Por ejemplo, a la hora de escoger al jefe, líder o como quiera llamársele, que debe conducir los destinos colectivos, las condiciones han ido cambiando. Quitando las dinastías monárquicas, que en el origen provienen de una elección, designación o erección (de erigirse), fueron jefes durante siglos los más brutos y fuertes (eso ha propiciado luego muchas dictaduras militares a destiempo), en otras épocas fueron los más listos y por lo tanto más hábiles en la conspiración (Julio César), los más religiosos, como Otón I, Carlomagno, Ricardo Corazón de León o Los Reyes Católicos (ir contra el Papa podía costarles la corona como a Enrique de Alemania), los más osados (Napoleón, Garibaldi), los más inteligentes y preparados (Roessevelt, Churchill)…
Hoy, en la era de la imagen, se elige a los comunicadores, y si son guapos, mejor, aunque hay casos como los de Canarias en los que la explicación histórica no vale, porque los que aparecen como jefes no son «lo más» en nada. Eso quiere decir que los jefes en realidad son actores que realizan las puestas en escena en los parlamentos y en los telediarios. Y en realidad, ahora, que hay tanta facilidad e inmediatez en las comunicaciones, el verdadero poder está más oculto que nunca. Supongo que dentro de un siglo alguien explicará lo que de verdad ha ocurrido en España en las tres últimas semanas.