Una tradición asimétrica

Con motivo de la bajada de la Virgen del Pino a la capital, he publicado un pequeño trabajo en una revista realizada con tal motivo, y que es el que reproduzco a continuación:
La bajada de la imagen de la Virgen del Pino desde su santuario de Teror a la capital de la isla es siempre un acontecimiento que se mueve entre lo tradicional y lo religioso, lo festivo y lo devoto, lo histórico y lo apocalíptico. Y es que la mayor parte de las veces que se ha producido la bajada (más de 50, aunque las fuentes no coinciden en el número exacto) ha sido para rogar ante una calamidad colectiva, fuera la sequía, la langosta o la guerra. También es cierto que esta bajada se ha producido a veces por celebraciones religiosas como jubileos o conmemoraciones, y se realiza en esta ocasión por el centenario del decreto del 16 de abril de 1914 firmado por el Papa Pío X, por el que se designó a la Virgen del Pino patrona principal de la Diócesis de Canarias.
zzzbajada virgen.JPGEn cuanto a la talla de La Virgen, que la tradición da como aparecida entre las ramas de un pino en 1481, diversos investigadores, como Vicente Hernández y José Miguel Alzola, se alejan de lo sobrenatural y coinciden en la hipótesis de que misioneros franciscanos trajeron la primera imagen a la isla y la dejaron en el hueco de un pino en medio del bosque. Marín y Cubas relata cómo un castellano robó la imagen y se la llevó de la isla. Se entiende entonces que fue sustituida por una nueva talla, la actual, y aunque la primera pudo proceder de la tradición de las vírgenes negras europeas, lo curioso es la Virgen del Pino no es de tez oscura como La Candelaria y otras vírgenes canarias, peninsulares o americanas. Por lo tanto, parece generalmente aceptado que la imagen que se venera en el santuario de Teror es de la escuela sevillana de la época del barroco, que tanto brillo tuvo en aquella ciudad. Teniendo en cuenta que nuestra diócesis es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla, y que la ciudad andaluza tuvo gran influencia en los primeros años de la colonización de Gran Canaria, es normal que desde Sevilla vinieran también muchas de las imágenes que iban poblando las hornacinas de los templos canarios, y la de la Virgen del Pino suele atribuirse al escultor sevillano Jorge Fernández, que formaba parte de una familia de artistas a los que se deben muchas obras renombradas, aunque también se habla de escultores de procedencia alemana emigrados a Sevilla (si es que ambas teorías no apuntan a las mismas personas) que conservaban rasgos estilísticos germánicos.
Por lo tanto, estamos ante un evento que forma parte de una tradición asimétrica, puesto que no hay una secuencia predeterminada de visitas de la Virgen del Pino a La Catedral de Santa Ana, pero sí que es tradicional que eso ocurra cada cierto número de años con motivos diversos. 2014 quedará en los anales grancanarios como uno de esos años en que la Patrona bajó a la capital, hecho que siempre es referencia civil más allá de lo religioso porque forma parte de una tradición secular.

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